Parece una tontería, pero algo pasa cuando llegas a los cuarenta. No sé si será una crisis, una depresión o, simplemente la percepción de que ya no soy un chaval y mi cuerpo no responde como antes. Como medida para aliviar medianamente estos síntomas he dejado la bici de montaña que, por cierto, estaba oxidándose por falta de uso, y he adquirido esta preciosidad más acorde con el tipo de “ciclismo” para el que me siento capacitado actualmente. Se acabaron los descensos vertiginosos, los saltos, los derrapes o estamparme contra el duro suelo. A partir de ahora, iré tranquilo, suave y podré mirar el paisaje sin miedo a comerme un árbol. La “criatura” se llama Globe Vienna de Luxe (by Specialized) y, como su nombre indica, es un lujo pedalear sobre ella.