En una ciudad que sobrevalora la austeridad literaria que ya es un cliché citar (lo carveriano); siempre es festejable un libro colorido, ingenioso, dinámico, y que pone a dialogar lo lúdico con lo inútil, para que no se entiendan. Eso produce un absurdo hilarante pocas veces experimentado en la nueva narrativa en Córdoba. Creativo es un adjetivo chico para algo así, y decir “talento” no viene a develar ningún misterio. Si habría que buscar referencias nos toparíamos con el uruguayo Leo Masliah y lo más border de Fontanarrosa. El humor es punta de flecha que se dobla cuando hace falta no herir. Festejo la existencia de algo así, capaz de enternecernos a pesar de contar que a un señor le sale hilo del culo. ¡Cuántos quisieran poder profundizar con una imagen como esta en vez de enturbiar las aguas para que parezcan profundas! El autor, señores, es un payaso que llora a un sepulturero que ríe. Se confirma como el mejor escritor cordobés, el que más hondo ha calado en los lectores, el que más lejos ha llevado a la literatura provincial. Mientras esperamos saber de quién se trata, los invito a leer a Ramiro Pros, que no escribe tan mal.
2012