Conversación con J.L. Almira
Conversación con Fritz J. Raddatz
«Las grandes cuestiones de la vida no tienen nada que ver con la cultura. La gente sencilla tiene muchas veces intuiciones que un filósofo no puede tener. Pues el punto de partida es lo vivido, no la teoría. Un animal puede ser incluso más profundo que un filósofo, quiero decir: tener un sentido de la vida más profundo».
Conversación con François Fejtö:
«Voy a contarle una historia. Hace unos arios un temblor de tierra sacudió Rumania y en la primera página del Herald Tribune leí que Sibiu, o bien Hermannstadt, había quedado destruida. Recuerdo que ocurrió un sábado. Me dolió, me dolió mucho. Me hundí en un pesimismo profundo. Al salir de mi apartamento, pensé en ir a una iglesia. Pasé cerca de Notre-Dame y, sin embargo, no sentía deseos de entrar en ella. Continué mi camino en una letargia absoluta; vi, no sé dónde, el cartel de una película pornográfica. Entré en el cine, que estaba lleno de obreros extranjeros. La película era lamentable, absolutamente repugnante. Pero en mi desamparo eso era exactamente lo que necesitaba. Es absurdo, me decía. La civilización que produce semejantes películas está próxima a su desaparición. Pensé que un régimen comunista tiene al menos la virtud de que no se exhiben películas de esa clase. Ese pensamiento me consolaba. Puede usted imaginar en qué estado me encontraba. En lugar de entrar en Notre-Dame, fui a ver esa película, que corroboraba mi idea de que nuestra civilización estaba acabada, la humanidad estaba perdida. Pensé en Hermannstadt o, si prefiere, Nagyszeben, como ustedes la llaman, a la que tanto amé»(…)«Los individuos —y también las naciones— necesitan cierta megalomanía. Cuando no nos creemos excepcionales, importantes, irreemplazables, estamos perdidos»