El 24 de junio escribí que ya me entregaban el borrador de mi novela. Al final hubo una demora de más de un mes porque los tiempos de Rubén (quien lo estaba leyendo) venían complicados.Ayer el borrador volvió a mi manos y luego de una charla de dos horas con él sobre generalidades y datos específicos a ser observados, comencé la corrección definitiva.Si uno aprende a dejar de lado la ansiedad, es al extremo valioso que pase suficiente tiempo sin tocar el borrador antes de volverlo a leer. Maduran tanto el texto como el escritor y el sabor se torna más dulce.Los comentarios de Rubén (gran escritor y director durante años de talleres de narrativa) fueron superadores y un estímulo siempre esperado.Tengo por delante unos quince días para releer, repensar, reescribir y todas esas rees.Y me parece maravilloso.
¡Nos leemos!Pie de página del feed