Corred, salgamos de aquí a toda prisa. Hagámoslo antes de que sea demasiado tarde!
Debimos huir hace tiempo, cuando nuestros verdugos volvieron a acceder al poder. Al principio, no creímos que fuesen capaces de tales tropelías, pero... su sadismo y crueldad excedieron nuestra imaginación, y aunque ahora nos disparan leyes y decretos, en lugar de balas como antaño, los resultados son igualmente letales.
Se hace notar que han regresado los hijos, los herederos espirituales de los golpes contra el pueblo, las explosiones de sangre, la tortura institucionalizada, y el clima de miedo constante. Han venido de la mano de sus naturales aliados, los antropófagos financieros, los genocidas corporativos, y los comebiblias depredadores.
Están firmemente decididos a acabar con todo, sus ansias aumentan cada día, y su voracidad no decrece jamás. A cambio, nos proporcionan una atmósfera de alta toxicidad, cuya niebla, en ocasiones no permite visibilidad alguna. Están cumpliendo su objetivo, convertirlo todo en un gran desierto de completa aridez, dejando la tierra muerta a su paso, una tierra, que era fértil antes de ser contaminada con su presencia.
A nosotros también nos están absorbiendo. Por eso, han dispuesto que las aulas sean fábricas de material humano obediente, y los centros de trabajo has sido concebidos como templos de sumisión, en los que basta con invocar la sacrosanta palabra "competitividad", para que todos bajen sus cabezas, y mueran sobreexplotados, pero sonrientes, contentos de servir a la marca, una marca que antes era un país.
Todo a nuestro alrededor se desintegra, las protestas pacíficas son estériles. Las campañas de criminalización de los disidentes hacen mella en las mentes que tienen a su merced. Mentes cautivas, que no son otra cosa que un instrumento para sus fines, material desechable. Su maquinaria propagandística es enorme, y llega a todos lados, amplificando las nausebundas voces del poder. Si esto no fuera suficiente para acallar a la disidencia, envían jaurías uniformadas a romper voces y huesos.
Para ellos, no somos más que objetos, a los que esclavizar o destruir. Una pulsión que llevan impresa en su inhumano código genético, porque ahora, persiguen doblegar o destruir a los descendientes de los que no pudieron encerrar ni asesinar.
Por eso quizá sólo quede ya correr, porque esta tierra que ahora pisamos, no tardará en ser consumida, junto con nosotros, consumida por esos seres, inhumanos, con forma humana. Correr sin mirar atrás, no hay salvación posible, no hay otro modo, excepto, quizá... la contraofensiva contundente...