Revista Diario

Cosas de hombres, I

Publicado el 26 febrero 2015 por Rizosa
Hace unos días, Bich y Gordipé propusieron en tuiter instaurar los jueves temáticos en el blog, y como tema inicial hablar de "cosas de hombres". A mí me pareció todo #maravilloso #maravilloso y aquí estoy, instaurando la tradición con algo  típicamente masculino que a veces me divierte, a veces me preocupa.
No sé a cuántos hombres habréis conocido más o menos bien a lo largo de vuestras vidas. Seguro que a muchos. Puede que, incluso,  tú que me lees seas un hombre. Pero si no es el caso y no tienes pilila, entonces probablemente te habrás topado con este expediente-x y te habrás parado a pensar, como yo, si los hombres están hechos de la misma pasta que las mujeres. 
Y a lo que me vengo a referir es a esa cualidad maravillosa que tienen los hombres de autodesconectarse. Y digo cualidad porque sin duda alguna es algo bueno. ¿Que el mundo hoy no me parece tan maravilloso? Me duermo. ¿Que he tenido que madrugar mucho y ahora tengo quince minutos libres sea la hora que sea? Me duermo. ¿Que me acuesto y tengo un problema muy gordo rondándome la cabezZZZzZZZzZZZzZZ.
El primer hombre al que le descubrí esta capacidad mágica fue a mi padre, claro. Mi padre es capaz de dormirse mientras está teniendo una conversación contigo si considera que ya no le interesa lo que dices. Sentado. Incluso creo que sería capaz de dormirse de pie si se lo propone.Es el hombre de la siesta infinita, del ronquido atronador y de las ojeras impensables. Podrá estar cansado, cabreado, harto de vivir, pero nunca tendrá falta de sueño. 
Después vinieron mi abuelo, tío, mis ex novios, algún colega en botellones varios, etc para demostrarme que lo de la autodesconexión no era sólo cosa de mi padre. Parece venir de serie en todos o casi todos los hombres con los que me topo.  Los que dicen que sufren insomnio yo creo que es porque todavía no han descubierto su ronquido interior, pero dales tiempo.
Hablemos del ovejo, por ejemplo. Y no me importa putearle un poquillo porque otras veces ya he hablado muy bien de él y hay que compensar.El ovejo es la persona más feliz que existe. Y lo digo sin temor a equivocarme porque, a mis casi 34 años creo firmemente que la felicidad reside en meterte en la cama y caer como un bendito. O sentarte en el sofá y caer como un bendito. O sentarte en la silla del pc y que se te caiga la cabeza como a un bendito. Como a un bendito narcoléptico.
Después de más de un año a su lado ya he aprendido que si estoy más de dos o tres minutos sin hablarle, se duerme. Sus tres estados naturales son: comiendo, jugando al Gw2 o durmiendo. Él dice que  trabaja, pero yo creo que cada mañana se levanta, se ducha, sale de casa, entra en el coche y se duerme hasta por la tarde. Vete a saber de dónde saca el dinero... lo mismo realmente trabaja de probador de colchones o algo así.
El ovejo no conoce lo de tener la conciencia intraquila y darle vueltas a las cosas antes de dormir. Me parece que su mente es la de Homer Simpson, que se mete en la cama y sólo piensa en NADA. Y oye, en cierto modo eso puede ser signo de dos cosas: o de que es una gran persona que nunca hace nada malo y que se acuesta contento y relajado, o de que es un rollo Dexter sin conciencia. Yo prefiero pensar lo primero, porque soy práctica.Además es que no sólo se duerme, no. Entra en la fase REM en 0,2, con lo que con menos tiempo de sueño, descansa el doble que yo. Creo que eso de levantarme yo con mejor cara que él no sucederá en la vida, así que más me vale irme concienciando. Pero la envidia no me la quita nadie.
En ocasiones me pregunto si la autodesconexión es una evolución genética que les hace más fuertes o si es una merma de su evolución. Ni idea, pero si yo fuese una superheroína, me la pediría como superpoder.

Cosas de hombres, I

Aprovecho para colaros un agrogalán durmiendo porque nunca está de más.



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