Revista Literatura

Cosas del marketing

Publicado el 22 enero 2012 por Gasolinero

Anoche oí  un hecho sobre la inexorabilidad del destino. Un episodio que merece ser desarrollado más ampliamente, pero que ahora mismo, mañana de domingo y cerca de la hora de la comida, me encuentro imbuido en un agradable sopor que acaba con cualquier invención o adorno retórico. Lo relato tal cual.

En un taller de Tomelloso dedicado a la reparación de motores diesel, el dueño del mismo y gerente a la sazón, pensó en realizar una campaña de marketing. El hombre encargaría anuncios en los medios de comunicación hablados y escritos de la comarca con el fin de aumentar las ventas del negocio.

A la vez ideo la confección de octavillas publicitarias en una imprenta y repartirlas por todos los buzones de Tomelloso. Para la distribución de los billetes contrató a un jovenzuelo, hijo de un amigo. La familia necesitaba alguna adenda pecuniaria con la que aumentar la mínima economía familiar y el empresario pensó que a la vez que le entregaban la propaganda, ayudaba a un camarada.

El día convenido el zagal se presento en el taller a bordo de la bicicleta para recoger y repartir el cargamento de prospectos. Al entregarle el lote, el mecánico le observó que hiciese la faena sin excesiva prisa, que le pagaría a tanto por boleto, pero que lo hiciese concienzudamente y no se dejase ningún buzón ni puerta sin entregarle la hoja.

Se ve que el mocete no era excesivamente amante del trabajo y pensó que si descarga todos  los anuncios en un mismo buzón podría irse a seguir jugando. Ideó hacerlo en un lugar dónde nadie lo notase. Y busco la última casa de un ignoto callejón y en el casillero del ático soltó la carga, yéndose a seguir dándole patadas al balón.

He de advertir que Tomelloso, sin llegar a ser Manhatan, tiene un casco urbano de casi doscientos cincuenta kilómetros cuadrados y cerca de cuarenta mil habitantes.

El sábado fue el perillán a cobrar a taller, pero no le pagaron. De todos los buzones de la ciudad, echó la propaganda en el de su jefe.

El hado, que no descansa.

www.youtube.com/watch?v=6iu124sQxWM


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