Costumbres españolas vs costumbres latinoamericanas

Publicado el 18 febrero 2011 por Perropuka


Tapas y pinchos

Mi periplo por España, no sólo me sirvió para conocer algunas ciudades y pueblos,  sino también para observar de cerca las costumbres locales, algunas saludables, otras curiosas o chocantes,  como aquel inexplicable ‘venga, hasta luego’ cuando alguien se despedía y uno se quedaba los primeros días con cara de piedra. Sería fácil para mí –exclusivamente-ya sea alabar o despotricar gratuitamente contra la Madre Patria, concepto elevado que muchos latinoamericanos albergamos porque nos inculcaron desde la escuela, aunque nunca lo entendimos plenamente.  No importa, me voy a ‘mojar’, aunque corra el riesgo de que se me tache de lo que sea. Leí en algún diario español,  que España es un país de camareros y bares, lo cual no deja de ser cierto. Es llamativa la inclinación del español medio de concurrir cotidianamente a algún sitio a tomarse un café o una caña (cerveza) y degustar una tapa o un pincho, costumbre sana y perfectamente comprensible, lo que cae pesado y chocante es el ambiente excesivamente ruidoso de los bares, oyendo la charla del vecino, a veces casi a gritos como si riñeran entre sí. Por otro lado es vergonzante y asqueroso el espectáculo que dan los latinos bebiendo ‘hasta las trancas’ en plazas y parques de las urbes españolas. Recuerdo que beber socialmente en Latinoamérica es sinónimo de hombría o madurez, ¿o no? La segunda cosa que llama la atención, tanto en la calle como en la televisión, es la naturalidad de soltar tacos (palabrotas) a granel, incluso la de mentar a ‘nuestra madre’. En América te pueden dar una paliza o coser a balazos si te metes con la madre de alguien. Esa norma industrial incomprensible, de envasar el atún en latas minúsculas, que no alcanza ni para el gato. De esto sabrán mejor que nadie, peruanos, ecuatorianos o chilenos. El pan que lo elaboran mayoritariamente en barra larga(al día siguiente es casi incomible) o ya sea en forma de disco grande. A mí me gusta mi pan individual, artesanal o crocante como el pan francés. Que llamen ‘banana’ a la fruta proveniente de América y ‘plátano’ a la procedente de Canarias, ¿será para proteger su denominación de origen? El gusto por el gazpacho(bebida salada a base de verduras, ajo y otros condimentos) que para los españoles es una bebida de verano, pero la mayoría de los latinos se hace la idea de que es una sopa y fría no resulta muy agradable. No así el tinto de verano, el té helado, la horchata valenciana (esta última, auténtico vicio mío). Los latinoamericanos, especialmente los caribeños no pueden vivir sin su música a todo volumen, todo el ínclito día y sin guardar consideración por los pisos o apartamentos vecinos. Sabiamente, la gran mayoría de los españoles es impermeable al hip hop, la cumbia barata, la aburrida bachata (menos la de Juan Luis Guerra que es exquisita) y esa basura llamada reggaetón. La inentendible política  gubernamental de doblar todas las películas y series en otros idiomas al castellano, cuando en Portugal y otros países europeos sólo se doblan los productos audiovisuales infantiles. No tengo nada contra el doblaje, pero a los oídos de un latino resulta cansino y frustrante escuchar las mismas voces, muchas veces sobreactuadas y sin guardar relación con los personajes. Seguramente a muchos españoles les desagrada el doblaje latino, pero al menos nosotros podemos elegir canales en versión original y no sólo en los canales por cable. Y aún más, como anécdota, es curioso hasta cómico oír a los locutores españoles cuando pronuncian nombres o términos del inglés, me vienen a la mente las palabras ‘espiderman’ o ‘wifi’, pero cuando hablan de la compañía telefónica ‘Orange’ nadie dice orange literalmente. No creo que el ciudadano español sea perezoso o reacio a aprender otras lenguas, pero está malacostumbrado a la ‘castellanización’ de todo. ¿Cuál es el beneficio de todo este argumento?, pues simple; puedo leer y comprender sin mucha dificultad el inglés y defenderme verbalmente y todo sin acudir a ninguna academia o pagar un duro, ¿Cómo?, sólo escuchando música, viendo televisión y cine subtitulado desde que era un crío.    No obstante, pese a ser uno de los destinos turísticos más importantes del mundo, la sociedad española es paradójicamente desconfiada y cerrada hacia los extranjeros, hay poco afán por la integración a la cultura local, lo afirmo porque lo vi en Mallorca, con el trato dado hacia los Guiris (alemanes), mientras éstos pagasen qué buenas gentes que son y sino ‘a tomar por culo’.  Otro hecho curioso; la segregación en las playas veraniegas: españoles en un lado, alemanes e ingleses en otro lado, nunca juntos. Aquí en América, nos ‘desvivimos’ por recibir con los brazos abiertos y no sólo por sus dólares a los gringos (yanquis o europeos) y aunque nos duela, nuestras muchachas se les pegan como moscas a la miel  y viceversa, las europeas rubias prefieren a nuestros cholos antes que a los ‘blanquitos’. Pero lo que más llama la atención y resulta menos comprensible, constituye  la desconfianza  mutua entre catalanes, castellanos, vascos, gallegos y andaluces. He leído numerosos artículos sobre las ‘cincuenta Españas’ tratando de desmenuzar y dar luces sobre el asunto. En un territorio dos veces menor que el de Bolivia, es inexplicable la atomización del poder político; tanta dualidad de funciones, tantos parlamentos regionales, tantos cuerpos de seguridad: policías nacionales, guardia civil y policías autonómicos  y sin contar el ejército, (cuando uno tiene un aprieto o un trámite no se sabe a quién acudir).  Veo a vosotros,  españoles y noto que tenéis más o menos los mismos rasgos fisonómicos y la misma cultura con sus matices y soy incapaz de distinguir su ‘nacionalidad’ o procedencia, acaso vagamente por su acento regional. Claro digo, comparados con nosotros, tenéis más semejanzas que diferencias.  América, salvo pocos países, es una verdadera olla de grillos, vivimos en un desordenado y conflictivo mosaico de etnias, culturas dispares, religiones y creencias distintas. En unos territorios inmensos,  los nacionales, seamos criollos (descendientes de europeos), mestizos o cholos, afros e indígenas, la mayor parte del tiempo no nos entendemos, nos discriminamos mutuamente por diversos motivos, pero a la hora de problemas gordos o vitales tenemos más unidad y conciencia de nación que en España. ¿Qué brasileño, sea blanco, afro, mestizo o asiático no disfruta genuinamente cuando su selección de fútbol gana? Cosa que no pasa en algunas regiones de España cuando juega ‘La Roja’. Para terminar, no quería soslayar la impresión grata que me ha producido la mujer española, aparte de su belleza mediterránea, posee una personalidad potente, firmeza de carácter e independencia respecto del hombre y no tiene mayor inconveniente en luchar por aquello que anhela, incluido el hombre que le gusta. Ya quisiéramos algunos de nosotros que nuestras latinas tengan esa iniciativa. No obstante a muchos, nos pueda parecer el acento español algo áspero, sin embargo en boca de una mujer, mejor con acento andaluz, es potencialmente atractivo como lo es el acento argentino para muchas españolas, aunque al resto de latinos nos caiga como patada en el hígado ¿o no?