Entre las sombras de una noche eterna, busco a la paz. Esa palabra que se desvanece entre las guerras y el desdén de quienes caminan ajenos al daño que causan, entre la apatía que deja al mundo huérfano de actos de amor y solo persiguen rastros de dolor y muerte.
Es en ese crisol de emociones, donde surge la certeza de que la paz es un camino, no un destino. Un sueño que late en mi pecho, un anhelo que me consume, una llama que arde en la oscuridad.
No es la ausencia de conflictos, ni el silencio de las armas, sino la presencia de la justicia, la equidad y la compasión. Es el reconocimiento del otro, en su diversidad y singularidad, es el abrazo que cierra las heridas y cura las cicatrices.
En este mundo de espejos rotos, donde la verdad se fragmenta, la paz es un espejo intacto, que refleja la humanidad. Es la mano que se tiende, al compás de un corazón que late con empatía.
No es una utopía lejana, ni un sueño irrealizable, sino una posibilidad cercana, que late en cada uno de nosotros. Es la elección diaria de amar y perdonar, de elegir la vida y rechazar la muerte.
Caminemos hacia la paz con esperanza, con pasos firmes y lentos, de ojos que ven más allá de la noche cerrada y sin luna. Porque la paz debe ser esa luz que guíe en la oscuridad a los que no tienen voz, pero aún tienen vida.
by Eleo
21/09/2024
Ph Eleonora Valentini