Crítica de los argumentos ontológicos de San Anselmo y Descartes

Publicado el 20 octubre 2013 por Felipe Alcalde @ALCALDEArt
*El primer argumento ontológico fue postulado por San Anselmo de Canterbury en el S. XI. Los argumentos ontológicos pretenden ser vías válidas para demostrar la existencia de Dios, mediante el razonamiento. El argumento de San Anselmo (mejor dicho, el primero de ellos; pues existen varios) viene a resumirse, de manera muy simplificada, como sigue:
1.-Dios es, por definición, el mayor ser que puede imaginarse.
2.-Hay más grandeza en la existencia total (tanto en la realidad como en el entendimiento) que en la existencia sólo imaginaria.
3.-Dios debe existir en la realidad, pues si no existiera, no podría ser el mayor ser que pudiera imaginarse.
*A continuación expongo el argumento ontológico más conocido de Descartes:
1.-Cualquier cosa que percibo clara y distintivamente contenida en la idea de algo, debe ser cierta.
2.-Clara y distintivamente percibo que la existencia necesaria está contenida en la idea de Dios.
3.-Por tanto, Dios existe.
Vale, ahora voy a analizar estas teorías. Antes de nada apunto la obviedad de que ya han sido criticadas miles de veces; que no estoy inventando nada nuevo, vaya. Lo que no me impide sacar algunas críticas de cosecha propia. Muy bien, pues procedo a la crítica del argumento de San Anselmo:
1.-Parte de que Dios, por definición, es algo. Yo diría que por definición, Dios viene siendo algo de lo que no sabemos nada.
2.-Da por hecho que existe mayor grandeza en existir que en no existir. Bueno, puede pensarse que esto es una obviedad, pero tal vez no sea así. Por ejemplo; si hablásemos del SIDA o del cáncer, podríamos pensar que habría más grandeza en que no existiesen, ¿no es así?
3.-De nuevo, vuelve a presuponer que Dios, por el concepto de Dios en sí mismo, ha de existir para poder ser el mayor ser que pueda imaginarse. Que Dios, por narices, ha de ser el mayor ser posible que nos podamos imaginar; porque sí, y punto (las verdades a priori son peligrosas). Y, para eso, ha de existir.
Por sorprendente que parezca, este argumento sigue siendo utilizado por muchas personas para defender la existencia de Dios.
Ahora procedo a criticar el de Descartes. De verdad, valoro muchísimo a este filósofo, y creo que estoy a años luz de su clarividencia filosófica (ni siquiera soy filósofo); pero no hay cosa más sencilla que reventar su argumento ontológico.
El hecho de que yo esté muy seguro de que algo tiene que existir, no hace que ese algo exista. Yo puedo concebir muy clara y distintivamente que la existencia necesaria está contenida en las vacas voladoras rosas con lunares verdes; y no por ello demuestro que esos encantadores seres existan. Que se sepa, ese argumento ontológico no discrimina a los esquizofrénicos (con mis mayores respetos por ellos), por lo que este razonamiento sería viable.
Son ya suficientes agujeros en ambas argumentaciones ¿cierto? ¡Que los defensores de la fe no sigan adornando sus peroratas con estos absurdos fósiles filosóficos.