La salida de la cárcel de Angel Santiago (Abel Ayala) y del mítico atracador Nicolás Vergara Rey (Ricardo Darín) son el punto de arranque de dos historias paralelas abocadas al entendimiento. Angel, más joven e inocente, comienza su nueva vida enamorándose de una joven bailarina muda mietras que Nicolás vuelve con la intención de recuperar a su mujer (Ariadna Gil), canjear su silencio por una buena recompensa y salir del mundo de delincuencia en el que se encontraba. La realidad les mostrará el verdadero camino: no es fácil escapar del pasado.
Aún no puedo entender la decisión de la Academia. Enviar este film sin interés a por la dorada estatuilla es un suicidio cinematográfico. El guión es denso, ideal para aquéllos que disfrutan mirando el reloj cada 5 minutos. Planos sin alma, escenarios sin pasión, interpretaciones del montón. Un cúmulo de errores que desembocan en un largometraje para olvidar.
Sólo Ricardo Darín aporta algo de alma a su personaje. Su experiencia y saber hacer ayuda a mantener con cierto decoro el resultado final. El joven Abel Ayala exagera su papel, convierte en extraño e increíble una interpretación que no requería de sobreactuación. No se puede negar sus ganas de hacerlo bien pero el casting fue desacertado y se demuestra en cada escena.
No creo que los Goya continúen premiando este fallido intento del director de "Belle epoque" pero a veces las amistades y las relaciones personales ayudan a que nos sorprendamos. No le auguro una buena taquilla ni muchas semanas de permanencia en cartel pero aún así ésta será nuestra representación internacional. Una lástima.
José Daniel Díaz