Ganar significa Fama y riqueza, perder significa la muerte segura...
¡Que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!
Un pasado de guerras ha dejado los 12 distritos que dividen Panem bajo el poder tiránico del Capitolio. Sin libertad y en la pobreza, nadie puede salir de los límites de su distrito. Sólo una chica de 16 años, Katniss Everdeen, osa desafiar las normas para conseguir comida. Sus prinicipios se pondrán a prueba con “Los juegos del hambre”, espectáculo televisado que el Capitolio organiza para humillar a la población. Cada año, 2 representantes de cada distrito serán obligados a subsistir en un medio hostil y luchar a muerte entre ellos hasta que quede un solo superviviente. Cuando su hermana pequeña es elegida para participar, Katniss no duda en ocupar su lugar, decidida a demostrar con su actitud firme que aun en las situaciones más desesperadas hay lugar para el amor y el respeto.
Comentario La lectura de Los Juegos del Hambre ha resultado para mí algo atípica y curiosa. A grandes rasgos, puedo afirmar que se trata de un libro emocionante, ameno y bastante fuera de lo común en el género juvenil. Pero no sería justo que pasara por alto esos momentos en los que la autora se rinde ante la moda, ante aquello que resulta más comercial: el amor imposible de dos jóvenes. Sin embargo, esta situación se da en un entorno más propio de la sangrienta Battle Royale que de una novela típica y aburrida. Me explico tras el salto.
La protagonista es Katniss Everdeen, una joven sobre los hombros de la cual pesa la responsabilidad de garantizar el bienestar de su madre y su hermana pequeña y, pese a todo, se considera medianamente feliz. Se siente libre en un mundo que, aunque opresor hasta el extremo, le permite saltarse las reglas de manera hipócrita. Dentro de la pobreza del Distrito 12 podría sentirse una privilegiada. Las circunstancias que envuelven su vida la han convertido en una chica madura para su edad, firme e incluso fría en ocasiones, aunque sus debilidades quedan claras desde buen principio: su hermanita Prim y su compañero de caza y buen amigo Gale.
No obstante, también cabe señalar la existencia de algunos personajes complejos de los que no sabremos qué esperar, como es el caso de Haymitch, mentor de Katniss, o Cinna, el simpatiquísimo diseñador que espero tenga un papel de mayor peso en la continuación, por su intrigante aire de serenidad.
Y pese a los esfuerzos de la autora, Peeta Mellark resulta de lo más previsible, incluso cuando podemos notar el intento de llevar a cabo un sorprendente giro argumental que pierde su razón de ser desde buen principio. A Collins se le ve el plumero muy a menudo. Sobre todo teniendo en cuenta que se hace evidente su intento por potenciar un futuro triángulo amoroso.
El estilo de la autora es ameno y directo en su lenguaje. Difícilmente da rodeos, aunque algunas descripciones resultan bastante confusas. Como si quisiera plasmar con exactitud lo que se halla en su mente, pero no hubiera sido capaz de explicarlo con precisión, insistiendo en cada detalle.El argumento es el punto fuerte del libro. No porque sea especialmente original (algo así como Battle Royale o Los Inmortales: sólo puede quedar uno), sino por el sistema político y social que la autora ha creado. El motivo es que, aunque considero Los Juegos del Hambre una lectura recomendada, su mayor atracción no es lo que ocurre, sino la intriga por lo que ocurrirá. Le hace desear a una tener ya la segunda parte en sus manos para devorarla.Si tuviera que anotar sobre 100, probablemente escribiría 77. Un buen entretenimiento, sin duda.
A aquellos que habéis llegado al final de la crítica... Si habéis leído el libro, ¿qué os ha parecido? Si no, ¿tenéis pensado hacerlo? ¡Se aceptan comentarios a favor o amenazas de muerte por ser tan criticona hasta en el más mínimo detalle! (Uf, lo tengo asumido)