El 6 de noviembre, miércoles, Patrick Rothfuss visitó Barcelona por primera vez. Yo, iluso de mí, había quedado con Cris de Estantería Azul poco antes de las 18:00 para coger sitio, puesto que el acto comenzaba a las 19:00. Sin embargo, a eso de las 16:00 el Twitter de la Historia de Kvothe puso una foto de la cola, en la que ya había alrededor de cien personas... así que me puse rápidamente mi camiseta de Kvothe y mi caramillo de plata y salí pitando.
Un viaje fallido en metro y un taxi estafador más tarde, llegué a la sede de RHM en Barcelona... para encontrarme con una cola que daba la vuelta a la manzana. Me angustié, pensando que no entraría, pero aun así me quedé en la cola y me senté a leer mientras esperaba. Un rato después, una vigilante de seguridad se paseó por la cola contando la gente, y nos dijo que por el momento éramos unos 230. ¡Alivio absoluto! La sala tenía capacidad para 300, aunque al final creo que entramos unos 350.
Poco después llegó Cris y la espera se hizo más amena, y al rato nos encontramos con los chicos de Librolectores (¡gracias!). Enseguida la cola comenzó a avanzar, a pesar de que quedaba más de media hora para que comenzara el acto. Finalmente, entramos en la sala y conseguimos asiento. Ya faltaba menos para que llegara nuestro dios.
Pat Rothfuss llegó puntualmente a las 19:00, con su legendaria barba de Alto Mago de la Tercera Edad. La sala rompió en aplausos y gritos de tal intensidad que el propio autor se quedó impresionado. Enseguida Ricard Ruiz Garzón nos dio la bienvenida e intercambió algunas palabras con el autor, todo ello magníficamente interpretado por Gemma Rovira.
Tras las presentaciones y los aplausos de rigor, el autor comenzó a leernos en inglés su cuento para adultos, Las aventuras de la princesa y el señor Fu mientras nosotros lo seguíamos en la pantalla gracias a las proyecciones de las imágenes del cuento. ¿Qué puedo decir de este momento? Fue simplemente mágico. Rothfuss tiene una voz de otro mundo, una voz como la de esos cuentacuentos de las leyendas. Cerrar los ojos mientras lo escuchabas era como viajar instantáneamente a la posada de Roca de Guía, como si el mismísimo Asesino de Reyes se hubiera materializado entre nosotros.
Tras eso, se abrió el turno de preguntas. Ricard se encargó de hacer las preguntas al autor, algunas propias y otras que habían hecho previamente los lectores en Facebook. Después, tres asistentes al evento, los más rápidos, pudieron hacerle al autor sus propias preguntas, algunas más acertadas que otras. Sin avanzar absolutamente nada del tercer libro Rothfuss respondió a todo con evidente cariño y pasión, embrujándonos a todos y cada uno de los asistentes con sus palabras. Volvíamos a estar en Roca de Guía escuchando a Kvothe.
Entre las respuestas que dio, hubo dos cosas que se me quedaron marcadas. Una fue lo que dijo cuando le preguntaron si se grabarían algún día las canciones que aparecen en sus libros. La respuesta fue un no rotundo, pero fuimos incapaces de sentirnos decepcionados cuando nos explico el porqué. Según nos contó, los lectores amamos esas canciones del mismo modo que amamos a nuestro primer flechazo. Lo amamos no tanto por lo que es realmente, sino por lo que imaginamos que es. Por tanto, darle música, voz y sonido a esas canciones haría que ya no fueran parte de nuestra imaginación, sino que se convertirían en algo tangible y que muy probablemente nos decepcionaría.
Lo segundo que se me quedó marcado es que tiene intención de seguir escribiendo sobre el mismo mundo una vez concluya la Crónica del Asesino de Reyes. Así pues, muera o no Kvothe en el tercer libro, los lectores seguiremos disfrutando del mundo de Rothfuss y, sobre todo, de sus palabras.
Concluido el turno de preguntas, Patrick nos dio una serie de indicaciones para la firma. Muy apenado, nos dijo que solo podríamos llevar hasta tres libros por persona (¡!), y que no podría posar para las fotos con los lectores porque eso significaría eternizar la cola. Nos explicó que él firmaría durante siete horas encantado, pero eso perjudicaría a toda la gente que trabajaba en RHM y que tendría que quedarse hasta que él terminara. Y lo explicó todo con tanta amabilidad y un amor tan evidente por sus lectores que era imposible no comprender lo que decía. Además, no estaba mintiendo: en la firma de ayer en Madrid estuvo firmando durante más de nueve horas, hasta pasadas las tres de la mañana. Prometió que ningún lector se quedaría sin su firma y así fue. Este hombre es mi héroe.
Yo no tuve que esperar tanto: tras algo más de dos horas, a eso de las diez y media por fin estuve junto a él. No pudimos intercambiar más que unas pocas palabras, pero me maravilló su simpatía y su cercanía: aunque no había tiempo para detenerse a charlar con los lectores, siempre nos dedicaba una sincera sonrisa, unas palabras y su agradecimiento por leer sus libros. Pocos autores se comportan así con su público, sobre todo autores de tal calibre. ¿He dicho ya que este hombre es maravilloso?
Por fin, tras unas fotos bastante horribles (lo que tiene haber salido a toda prisa una hora antes de lo que tenía planeado), conseguí mis dos libros firmados y, sobre todo, un recuerdo inolvidable de un autor maravilloso al que admiro cada día más. Mil gracias a la editorial por haberlo hecho posible.