Iba pensando en el viaje de vuelta que, en general, hay una cierta fascinación de los educadores sociales por todo lo que venga de América del Sur y Central: de Boal a Chiapas, pasando por Freire y los prácticum en Nicaragua. Un entusiasmo que no siempre tiene en cuenta si determinadas acciones o teorías son extrapolables a nuestro país, por contexto y por época.
Estábamos en la cena. Creo que el teatro de Boal puede ser útil como un conjunto de técnicas para trabajar temas sociales, tanto de grupo como individuales. Aunque tengo mis dudas sobre el hecho de que convertir al espectador en protagonista de la acción dramática le conduzca a la liberación de sus "opresiones". Es muy discutible que la actuación teatral produzca necesariamente más reflexión o cambio que, por ejemplo, la simple contemplación de una obra de teatro.
Pero donde no acabo de ver claro el Teatro del Oprimido o social es como manifestación artística. Es decir, que tengo mis dudas en que el teatro social sea teatro. No digo que sea imposible que una sesión de teatro social pueda ser interesante para el espectador (difícil, tratándose como se trata de personas que no suelen dominar el arte de actuar), lo que digo es que no tiene que ver mucho con el teatro, tal como yo lo entiendo. En primer lugar porque se trata de lo que David Mamet llama "el teatro con víctima". Un planteamiento donde se sitúa claramente un oprimido y un opresor que exige al público un pensamiento correcto, del tipo: "lo hemos entendido, las personas bienintencionadas deben superar sus prejuicios". Desde este punto de vista se pide al público que se someta a los preceptos que allí se proponen, para que, más que conmocionado, salga convencido. Es como aquel cine llamado social o "comprometido" que por el hecho de autodenominarse así ya pide una total sumisión del público a lo que está viendo. Primero que sea buen cine, después ya decidiremos los espectadores que grado de compromiso tiene o deja de tener.
Diría que el debate acabó en tablas. En todo caso, tanto para un post como para una cena, se trata de un tema muy complejo.Acabamos la noche dando un paseo por el paseo marítimo. Al tratarse de una península produce cierta desorientación tener el mar a tiro vayas en la dirección que vayas. Poco después nos vamos a dormir porque al día siguiente nos espera un día duro.
Tomamos el café con Laura, Sofía y Celso, un cuentacuentos que actuará justo una hora antes que nosotros. Más tarde comprobaremos que es un contacontos excepcional y que como nos descuidemos nos va a dejar sin risas para nuestra función. La cuestión es que cuando él acaba tenemos quince minutos para colocar sillas, acabar de montar el escenario, buscar una cocacola a Rafa que le acaba de pegar un bajón (mucha proteína, nene, y poco azúcar), etc. Cansa, pero tiene algo de mágico esta precipitación previa entre bambalinas, esta agitación para que el público se encuentre todo en orden a su entrada y no tenga que preocuparse más que de disfrutar.
Esta vez nos quedamos sin forum. Tanto los estudiantes como nosotros nos lanzamos a un pica pica (no sé como le dirán aquí) con empanada gallega y unas deliciosas croquetas que organiza el campus.
Más tarde conoceremos a Alexandre, un educador que vino a vernos a Santiago y que es amigo nuestro en facebook. La conversación con Alexandre, la cena posterior, con la mejor tarta de queso que he probado nunca, el licor de hierbas por el animado casco viejo de Ourense y la vuelta a casa, quedan para un tercer post.
(continuará)
Foto 1: Camino a Ourense
Foto 2. Escenario en el Campus de Ourense (poco antes de empezar la función)
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