Podría inventarme que lo nuestro empezó con un ramo de rosas enviado por error a mi casa o que buscábamos taxi bajo una lluvia torrencial y me cedió el que paró. Quizás sería más romántico o tal vez no...
Sin embargo, comenzó de un modo más divertido y surrealista: La ultima ración de croquetas de pollo del bar. Gritamos a la vez, cada uno al otro lado de la barra, pidiéndolas al camarero. Nos las pusieron en un taper. Las comimos bajo una farola, sentados en un banco del parque. Ha pasado un año ya y seguimos comiendo juntos croquetas de pollo.