crudas fotografías de los niños migrantes separados de sus familias y encerrados en jaulas en Estados Unidos

Publicado el 21 junio 2018 por Carmen Calabuig López @revoltosa1952

 Como de una película de ficción se tratara, está es la realidad que sólo un loco ególatra es capaz de convertirla en realidad.

Sólo el miedo de los países ante el poder del grande es capaz de consentir este horror. Que hacemos verlo y dejarlo pasar. 
Martes, 19 de junio de 2018 17:56|Alejandro I. López

Una vez más sale a la luz el lado más crudo de los Estados Unidos: el mismo que masacra afroamericanos en manos de policías blancos, que llora víctimas de tiroteos masivos cada mes; el mismo que caza migrantes como animales en la frontera, ahora separa niños de sus familias en centros de detención.


La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) publicó algunas fotografías de los más de 100 centros de detención que funcionan de "refugio" para los menores. Tan sólo entre el 19 de abril y el 31 de mayo, casi 2 mil 500 niños fueron separados de sus familias.
Como si se tratara de bestias, los menores son agrupados por edades en jaulas de alambre. Los más pequeños lloran desesperados, mientras que algunos intentan hablar con los oficiales fronterizos, que se limitan a ignorarlos y en ocasiones, a burlarse de ellos. Hacinados, duermen en colchonetas y se tapan del frío con mantas aluminizadas que hacen de cobijas.


 

Aunque el 66 % de los estadounidenses se manifiesta en contra de la política de separar a los niños de sus padres, el discurso de odio de Trump que se nutrió a partir de las aspiraciones de un sueño sólo accesible para una minoría rinde sus primeros frutos.


Irónicamente, el pensamiento de Trump es la encarnación del estereotipo estadounidense de la América profunda, aquél que alaba una estatua confederada en la plaza pública de su pueblo, el que tiene un rifle en casa, está preocupado por la intervención de Rusia o Corea del Norte y asegura que el terrorismo es el principal enemigo de Estados Unidos. Un individuo cuya máxima afición es salir de caza el fin de semana y embriagarse, todo para olvidar por un momento cuán inalcanzable resulta el sueño americano y sus bondades, un estereotipo que se reproduce en su televisor y que parece cada vez más irrealizable –en palabras del propio Trump– por culpa de los migrantes.

 


La Biblia, la política migratoria y el cumplimiento de la ley son algunos de los argumentos –tan endebles como absurdos– que ha esgrimido el Fiscal Jeff Sessions para justificar la barbarie que ocurre en los complejos de McAllen y Brownsville, Texas y otros cientos de centros de la Oficina de Instalación de Refugiados (ORR) a lo largo de la frontera con México.


El gobierno precedido por Donald Trump está utilizando la separación familiar como una técnica de disuasión en su guerra contra los migrantes. El presidente de los Estados Unidos culpa a los demócratas de la falta de alternativas a una ley que entró en vigor hace un par de meses de cero tolerancia que convierte a los migrantes en criminales. Como están sujetos a un proceso penal, pierden la custodia de los menores.

 


Más de 21 fiscales y dos tercios de estadounidenses han manifestado su rechazo a estas medidas, además de la condena de organizaciones internacionales y asociaciones civiles. La respuesta del gobierno mexicano, cuatro días después del primer material difundido de los centros de detención no es ninguna sorpresa: una tibia aseveración —más por obligación que por dignidad– que se suma a la guerra contra los migrantes iniciada por el presidente del país más poderoso del mundo.