Revista Literatura
No te atrevas.
Yo no lo haría.
No se trata de una amenaza, ni de una advertencia, la decisión es solo tuya.
Si cruzas, lo harás por tu propia voluntad, pero será lo primero que perderás.
Y podrás luchar,
podrás gritar y patalear,
renegar de lo otorgado,
reclamar lo perdido,
pero ya será tarde,
me pertenecerás.
No pienso seducirte,
no te diré que aquí serás feliz,
no habrá nanas para dormir,
ni besos al despertar.
Sencillamente estarás sin tu cordura,
ejerciendo ese poder que sólo tú tienes sobre mí.
No cruces.
En mi mundo nada es lo que parece,
solo en tus pesadillas podrás vislumbrar sonrisas,
desapareceré a mi capricho,
y me tendrás únicamente cuando creas que me has perdido.
Pero si lo haces, espero que vengas con hambre.
Mi cuerpo y mi alma en mi mundo se mastican,
y quizá sea algo que ni merezcas.
La devoción del perturbado es lo que nos hace diferentes,
yo te hago un ser único,
te hago diferente.
No cruces,
pero si lo haces,
te estaré esperando.