Cruzar el país en huelga general, ¿una odisea?

Ya puedo hacerlo oficial: Don’t stop travelling sigue viando. Ahora por Cataluña. Si no he dicho nada antes es porque con este viaje sorprenderé a alguien con mi visita, no podía dejar rastro de mis planes por los social media porque los sorprendidos me hubieran leído las intenciones…

Entre nubes de algodón – vista desde el avión

El día que se me ocurrió comprar un billete de avión con destino Barcelona todavía no existía el 14-N en el calendario. Ni la hache de Huelga en el abecedario. En fin, el plan era perfecto: llegar temprano al aeropuerto, coger un tren que me llevase a Gerona y un bus hacia Olot. En 4 horas debería estar allí. Error. Plan fallido.

Este post también se podía haber titulado “Cómo sobrevivir a un día de huelga” o “Huelga: ¿quién dijo miedo?”. Días antes llamé veinte varias ocasiones a Ryanair pero no me cogían el teléfono (ah…claro…) Desde el aeropuerto de Málaga tampoco me aclaraban nada pero justo el día de antes recibí un correo de mi queridísima compañía en el que me contaban que el FR6383 estaba previsto como servicios mínimos. Pero que aún así el vuelo podía sufrir retrasos…e incluso cancelaciones (!) Da igual, para mí el riesgo estaba en el vuelo en sí, que si conseguía pisar suelo catalán todo iría sobre ruedas. Así que en Málaga me planté gracias a las horas de conducción de Alberto y previo paso por la morada de Elba para echar una cabezada. ¡Gracias chicos! Sin vosotros hoy no hubiera llegado hoy a…mmm….espera no…que igualmente no he llegado…

Ya estoy echando de menos la cámara reflex que venía últimamente usando

El aeropuerto de Barcelona El Prat estaba especialmente vacío, igual que el de Málaga. Entre Iberia, Vueling y Air Nostrum se han cancelado 473 vuelos, normal que no hubiera gente en los pasillos ni tiendas duty free abiertas. Ni cafeterías, ni…autobuses, ni…trenes…. El último servicio salió del aeropuerto media hora antes de que yo llegase, el muy maldito no me esperó. Como tenía que llegar de alguna forma a la estación de Sants de Barcelona para coger el único tren que las circunstancias me permitían, conseguí compartir un taxi. De chiste: una mexicana, una española y dos alemanes que se van al centro de Barcelona. ¿Cuánto cuesta el viaje? …. ¡Igual que aquel maldito servicio público que pasó de mí! ¡24€ el trayecto! ¡6€ por persona! Me reí yo de mi suerte, jajajaja…

…Todavía me sigo riendo al recordar que conseguí coger el tren que me llevaría a Gerona con el tiempo suficiente para NO coger el bus que me dejaría en Olot.

Mientras esperaba a que llegara dicho tren me entretuve en ayudar a guiris desorientados a encontrar los suyos. Así conocí a Eivind y a Irina, fotógrafo noruego y rusa-francesa ella. Los tres íbamos al mismo sitio así que hicimos juntos el trayecto sin dejar de parlotear y divirtiéndonos con lo que íbamos descubriendo los unos de los otros.

Welcome!

Felices, llegamos a Girona y tras las despedidas de rigor me dirigí a la estación de autobuses, que se sitúa justo en frente de la de trenes. Llegué con el tiempo suficiente para esperar todo lo amablemente que pude a que la chica decidiera si me atendía o no, ya pensando en comprar mi billete y visualizándome en el autobús. “Señorita, este autobús no llega a Olot. Se queda como a media hora de allí”. Pero si yo había leído que… “Da igual, acabo de llamar y no llega. Mira, ¡la manifestación está pasando justo por aquí!” Ja. Jajaja. Mierda…

¿Plan B? Pues primero intentar cargar el móvil en algún enchufe solitario, que como siempre en estos momentos las tecnologías nunca acompañan. Un par de llamadas a mis ganchos, los sorprendidos todavía no saben que voy a visitarles tras cuatro años sin verles. Bien. Otro par de llamadas y ya estoy en un albergue en pleno centro. Un último movimiento, comer algo y plantarme en un concierto de jazz en un garito muy bueno. Pero eso ya será otra historia.