“Salgo a pasear por la ciudady en un disparo una canciónse hace grafiti en mí”Extracto de la canción “Graffiti”, del grupo Inmigrantes.
Los grafitis siempre han llamado mi atención, si bien no todo el tiempo me agradan. Quede claro que no estoy de acuerdo con que alguien venga a pintar lo que desee en la propiedad de otro; por bonito, llamativo o interesante que sea, no estaré muy contento si la pared de mi casa amanece con un dibujo que yo no solicité. Por otro lado, el costo que muchas ciudades invierten en borrar los daños causados por los grafitis es considerable; sin embargo, los garabatos sigan apareciendo. Pero no es mi intención hacer mayor filosofía del grafiti (o del propietario de la pared grafiteada) en este artículo, sino contarles algunas cosas sobre el fenómeno.
Filadelfia y Nueva York se disputan el origen del grafiti como manifestación urbana. En los años 60 unos artistas comenzaron a marcar las paredes de Filadelfia; el fenómeno fue conocido como “bombing”, pues los artistas “bombardeaban” los muros con sus nombres o seudónimos, tratando de llamar la atención. Por su parte, en la Nueva York de los años 70, un mensajero a pie comenzó a rayar los vagones de metro que utilizaba para su trabajo, con la inscripción “Taki 183”. Este grafitero fue el primero que interesó a los medios de comunicación.
Hay el antecedente de un vienés llamado Josef Kyselak, que vivió a principios del siglo XIX. Kyselak apostó con unos amigos que sería conocido en todo el imperio astro húngaro; para ganar la apuesta, durante 3 años pintó en rojo y negro su apellido en todas las estaciones de tren de aquel inmenso territorio, pero también en distintos lugares como árboles, puentes, rocas, iglesias, edificaciones, etc.
El grafiti ha sido utilizado como vía de promoción ideológica, pero también de resistencia; sé que hay evidencia de grafitis de eslóganes políticos en las antiguas Grecia y Pompeya. En su momento los nazis usaron el grafiti como parte de sus tácticas de propaganda, pero también lo hizo un grupo de estudiantes que se les oponía, conocido como “la Rosa Blanca”. Todo aquel que haya entrado a un baño público en Latinoamérica habrá encontrado en las paredes, frases y dibujos de diversas clases.
A ver qué inventarán en el futuro; en cualquier caso nuevos grafitis aparecerán, pues siempre habrá quien quiera decir algo pintando paredes... ¡especialmente si no son las suyas!
Las fotografías que ilustran este artículo fueron tomadas por mí. Hay muchas imágenes de grafitis sorprendentes en la web; si desean ver otras de mi colección, les invito a visitar este álbum que publiqué en mi perfil de Facebook.
¿Le gustó este artículo? Entonces tal vez también le guste:
INVASORES DEL ESPACIO EN PARIS
OJOS OBSERVANDO
FIN DE SEMANA DE OTOÑO
LUCES DE NAVIDAD