Cuando aceptas asumir “el reto”

Publicado el 15 agosto 2012 por Motivia @universomotivia

Cuando tomé la decisión de cerrar una etapa profesional de mi vida vinculada con la Ingeniería para iniciar un proceso de “reinvención” profesional hacia el emprendimiento, una de las cosas que más me preocupaba era saber como iba a asumir el cambio. Dejar atrás una vida con unos hábitos establecidos, acostumbrado a dirigir equipos técnicos, sintiéndome parte de una gran empresa y contando con el reconocimiento de mis colegas de profesión, para empezar desde cero, desde la casilla de salida.

El primero que se quejó fue mi cerebro, no le gustaba nada la idea de aventurarse fuera de su “área de confort”. Para convencerte de lo contrario, utiliza todo tipo de tretas y argumentos basados en tu incapacidad para asumir el desafío: “tú no has nacido para emprender”, “el proyecto es una locura”, “a dónde vas con dos hijas a las que mantener”, “y si no te sale bien, ¿qué haces?”… y un sinfín de pensamientos limitantes que en la mayoría de los casos son suficientes para que llegues a la conclusión de que mejor malo conocido que bueno por conocer.

Pero en esta ocasión no se iba a salir con la suya: no dejé que el miedo decidiera por mí y asumí el reto.

El resultado ha sido curioso, porque durante estos 10 últimos meses me he sentido como un nómada que busca un nuevo oasis, con mi inseparable mochila al hombro. Con la sensación de libertad de estar escribiendo mi propia historia, pero cargando con el peso de mis decisiones, con lo fácil y lo difícil.

Porque cuando uno emprende, asume íntegramente la responsabilidad sobre uno mismo, no tienes a nadie a quien echarle la culpa.

Después de 11 años de estabilidad laboral, un día decido cerrar una etapa y al siguiente me veo sentado en una mesa de la biblioteca pública como un estudiante más, sin horario fijo y sin tener que cumplir con un plan de objetivos marcados por otro. Cuando tenía que coger el teléfono hablaba tan bajo que, al principio, la gente pensaba que me pasaba algo. La sensación era extraña.

Durante este tiempo he vivido momentos de mucha alegría al ver que que el proyecto avanzaba y había más personas que creían en él, pero también momentos difíciles. Los momentos de soledad e incertidumbre han hecho que, en ocasiones, desease con toda mi alma que alguna empresa me ofreciera de nuevo un puesto de trabajo que me salvara de mí mismo.

Durante los procesos de emprendimiento y “reinvención”, tienes que estar preparado para estar solo. Solo para tomar las decisiones importantes y para asumir la incomprensión y desconfianza de algunos en particular y la sociedad en general. Yo provenía del mundo de la Ingeniería y me aventuraba en un sector totalmente nuevo para mí, vinculado con el emprendimiento y el desarrollo personal. Este tipo de metamorfosis suele ser mal explicada por uno mismo y peor entendida por tu entorno.

Recuerdo una conversación que tuve al principio, durante una presentación del proyecto, en el que dijeron: “pero si tu eres ingeniero, qué haces planteando un proyecto de este tipo. Hay un montón de iniciativas como la tuya y, además, no tienes ninguna experiencia”. En esos momentos tienes que tener mucha confianza en tí mismo para que las dudas sobre si estás haciendo lo correcto no te ganen la partida.

En mi caso he tenido la gran suerte de contar con el apoyo de mi mujer, ella y mis hijas han sido mi principal apoyo en todo este proceso.
El otro gran problema es la propia gestión de la incertidumbre. Cuando tomé la decisión de cambiar el rumbo de mi vida “profesional” podía haber apostado por algo más sencillo, pero siempre he sido un soñador y el proyecto en el que soñaba era ambicioso. Tenía la necesidad de asumir un reto de estas características para conocerme mejor y saber de qué mimbres estaba hecho.

Desde los inicios de la gestación del proyecto, pero sobre todo desde que mi futuro empezó a depender de él, me he realizado múltiples preguntas: ¿El proyecto es sólido?, ¿Conseguiré convencer a más gente para que apueste por esta iniciativa?, ¿Lo estaré enfocando bien?, ¿Sabré encontrar su nicho de mercado?, etc. El problema de todas estas preguntas es que durante mucho tiempo no tienen respuesta y te generan una enorme sensación de incertidumbre. Tu única arma es tu confianza en tí mismo y en las decisiones que vas tomando.

Para mantener la mente ocupada en objetivos concretos definía un plan de acción mensual que, después, dividía en objetivos semanales y diarios, en tareas. Cuando conseguía enfocarme a corto plazo mantenía bajo control la “incertidumbre” y avanzaba con paso firme. Pero cuando la fatiga empezaba a hacer mella o había recibido algún revés, volvía a levantar la cabeza para mirar al horizonte buscando ansiosamente “tierra firme”. Cuando no veía más que mar, la sensación de vértigo y miedo al fracaso se apoderaban de mí.

Era en esos momentos en los que necesitaba hacer un alto en el camino, para volver a coger aire y reafirmar mi compromiso con el proyecto y conmigo mismo. Siempre con la impagable ayuda de Alfonso, mi coach, para volver a recuperar el foco y la sensación de “control”.
Hoy puedo decir con orgullo que he llegado a la primera etapa de este nuevo viaje y he podido dar respuesta a muchas de las preguntas que me hacía antes de iniciar este proceso de “reinvención” y emprendimiento.

Ahora me conozco mejor y estoy en condiciones de dar lo mejor de mí mismo en la consecución del objetivo para el que se ha creado MOTIVIA: ayudar a otras personas que quieren asumir su propio reto personal iniciando un proceso de emprendimiento que les lleve a tener la vida (profesional) que quieren tener.

Te invito a acompañarme.


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