La verdadera bandera de España.
No hay más Verdad que nadie la posee de manera absoluta y muy pocos de manera parcial. Nadie, en su inmensa sapiencia, mejor raciocinio o supremo entendimiento es poseedor de la Verdad. Cómo ya dijera Cristo, aquellos que buscan la Verdad raramente la encontraran pues no son limpios de mente ni de alma. Aún encontrándola y obcecados en su verdad pasarán de largo sin reconocerla o interpretarla. Y así el ser humano derrama su esencia en una búsqueda maldita que se expande en el tiempo y en el espacio sin alcanzar a encontrar más meta que su propia desazón. La Verdad está ahí fuera sí, pero es esquiva, e irreconocible. Así, con ésta diatriba pensaba yo en iniciar un artículo en el que narrar la delicia que es encontrar una pequeña, que no la absoluta, Verdad. España necesita de su gente. Su gente necesita de España pero no sabe cómo ofrecerse. Para la desgracia de muchos, el támden aún existe y hoy, más que nunca, el mismo tiene el merecimiento de seguir sosteniéndose bajo mínimos.El despertar del CSPeinadismo.
La vigencia de una idea viene dada bien por el interés que alguién muestre por ella o por la obcecación de mantenerla que tenga el que la adquirió. En mi caso, ya creo que mencioné en alguna ocasión que el CSPeinadismo emanaba de mi interés por valorar a nuestra Gran Nación en la medida que lo merece y que no es otra que la de ser una Potencia Mundial con voz y voto en un mundo falto de ideales y referentes que se desmenuza a la velocidad con la que nuestros enemigos, los sajones, se dedicaron en tiempo y forma a crearlo. Un mundo desazonado y mercantilista, donde sólo primaba la ganancia personal y el exterminio del enemigo sin contar que, sin ideales y sentimiento, nada en la vida es sostenible. España, que no renunció a la vía mercantilista, si ahondó, no obstante en la vía del respeto mutuo entre las partes del Imperio. De ahí que aún queden indígenas en las antiguas posesiones españolas. Que éstos conserven sus idiomas y costumbres y sobre todo que el Español se siga expandiendo por el Orbe volviendo a lugares de los que fue artificialmente extirpado cómo Filipinas.
Es el principio de los vasos comunicantes. La naturaleza fluye y la esencia del fluido es retornar y mantenerse equilibrado en cualquier momento y lugar. Así, la destrucción económica mundial, basada en un capitalismo propio del mercantilismo sajón, de un sistema en el que primaba la ganancia económica sobre la espiritual, lleva al mundo al brete de retornar a la edad de Piedra. Por mucho que nuestros economistas nos sigan dando pautas para salvar la situación, la misma está totalmente envenenada y no sómos, aún, conscientes, de que el mundo ha cambiado tan radicalmente que las medidas encaminadas a una economía de mercado de corte capitalista no son ni serán útiles porque nos hemos pasado veinte pueblos el principio de que las personas son el activo más importante que existe sobre la Tierra. Los mercados siguen cavando en la dirección contraria para la recuperación. Nos castigan porque temen que nos levantemos. El día que España se levante, los cimientos del mundo, temblaran.
Caminando hacía el orto de lo español.
La esencia de España debe de resurgir cómo el contrapunto necesario a lo sajón. El tiempo del mercantilismo pasó. Dos siglos de industrialización e inversión en economía han dejado claro que el camino de la humanidad no puede estar tan falta de valores cómo para cobrar a precio de oro un medicamento porque es una fuente de ingresos. España, tan contaminada del mal de la especulación y el robo, tan ensuciada por politicastros que no han cejado en hundir lo poco de bueno que había en nuestros corazones, debe alzarse sobre sus desvencijados jirones recordando cuando la evangelización, la protección de sus gentes y la expansión del español cómo muralla útil contra el paganismo venido de los pueblos herejes se impuso cómo ideal de una colonización global que se dilató por más de cuatro siglos para demostrar que sólo nuestra debilidad militar podría ponernos a tiro de unos pueblos rabiosos por alcanzar la grandeza que nos era propia y justa por nuestra nobleza en el proceder y en el colonizar.
España será siempre inmortal y seguirá, Dios mediante, existiendo después de que otras muchas federaciones queden atrás en el tiempo. Así lo creo y así lo certifico a través del CSPeinadismo. Un movimiento surgido de la necesidad de aglutinar a todos los amantes de la Hispanidad sean del punto del Orbe que sean. Un movimiento surgido de la necesidad primaria y prioritaria de retornar al día en que portar el estandarte español era el mayor de los honores y morir protegiéndolo motivo para alcanzar la mayor de las glorias. España se ha ido disolviendo en un maremagnum de circunstancias tragicómicas a los que los patriotas, los que amamos nuestro idioma, bandera, himno y esencia, estamos llamados a superar. España debe de volver a alzarse en el puesto primario y dominante que obtuvo primero por las armas y después por al razón. El español, siempre eterno, valiente y noble, debe retornar al punto de volver a decidir el destino de un mundo carente de ilusión, sin objetivo plausible, al borde de la decadencia irreversible, acosado por el Islam y sometido a los dimanejes de Asia.
El día de Mañana.
Tal jornada llegará en breve y no nos gustará no estar arriba. Será el día en que todo el sistema financiero vuelva a los pañales de los que salió cuando el trueque era lo más manido y la acaparación de bienes y materias primas sólo sirva para no arruinarse en mercados improvisados. En esos días el Estado será algo residual y sólo la esencia de pertenecer a algo grande, algo consolidado, permitirá recomponer los días en los que ser español no era una carga sino un orgullo y un paño blanco con la Cruz de San Andrés era motivo de huida para piratas, corsarios y filibusteros de, por suspuesto, procedencia sajona. Nuestra ruina global procede del malentendido hecho de que la riqueza no se consigue trabajando, sino pirateando, especulando, robando y estafando. Yo extiendo mi mano y pensamiento a quien se quiera unir en la certeza de conocer el crecimiento cómo lo conocieron nuestrso antepasados, en el trabajo, la nobleza, la entrega y la humildad. Es sí, todo lo que hacía grande a un caballero español.
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