No se a qué se debía la inspiración de serlo, el caso es que cuando estaba por los 8-11 años, intentaba escribir historias de cosas que me pasaban por la cabeza, vivencias de cuando jugaba a ser adulta y me pensaba que el mundo era un lugar imaginario, donde no había problemas, donde solo yo existía. El caso es que escribía esas historias imaginarias para nunca olvidarlas, pero al pasar el tiempo se van, se esfuman y luego uno vuelve a la realidad, y se da cuenta de que hay que crecer.
Pero en lo más recóndito de mi, aún está esa niña que juega a ser escritora, pensando en historias fantásticas y maravillosas que nunca podrán borrarse de mi corazón.
No es que ser adulto sea aburrido, hay muchas cosas que se pueden disfrutar, cosas que cuando somos niños no podemos hacer, pero, Adónde se fue la chispa de los sueños?
Envolverse en los problemas del día a día hace que aquellas cosas de antes vayan esfumándose con el tiempo y luego ya no regresan.
Por eso mi consejo hoy es, buscar esos sueños que imaginábamos cuando éramos pequeños, recordar las cosas que nos hacía felices al ser niños, en mi caso escribir historias tontas, pero que en ese momento tenían mucho significado para mí. Y creo que aún hoy lo siguen teniendo.