Revista Diario
Cuando las cosas no están bien
Publicado el 15 diciembre 2011 por AlmaconartePuedo decir que ayer mismo aprendí mucho. Fueron 24 horas intensas que necesitaba volcar en un papel. De alguna forma me han cambiado un poco, me siento un poco diferente.
Las cosas no están bien.
Es muy simple y a la vez muy complejo. Porque hablar del mundo significa hablar de personas conectadas de una forma increible. Hasta qué punto unos influimos en los otros... hasta qué punto los otros nos influyen...
Para que haya un rico, debe existir un pobre. Para que el fuerte lo sea, el débil debe estar ahí. El mundo no es, ni mucho menos, justo (suponiendo que la justicia no sea una utopía).
Vivimos bajo un sistema (otro palabrejo casi invisible) del que parece imposible escapar. Y subrayo y grito PARECE porque confío en que es difícil pero no imposible.
He podido vivir la injusticia. Me he dado cuenta que aquellos que están "por el pueblo" procuran actuar únicamente en su propio beneficio. Así que lo que debería fomentar un mundo mejor, hace las veces de verdugo de la esperanza. Los que mandan (y no son tantos) están deshumanizados. Lo peor de todo es que, de alguna forma, intentan contagiarnos.
Supongo que es demasiado fácil para "los altos" (esos que se creen divinos por encima de cualquier simple mortal). Cuentan con el conocimiento. Saben, ergo pueden. Nos necesitan, pero no como personas, sólo como borregos. Animalitos bien entrenados para hacer lo que ha ellos les plazca (y pobre de aquel que se atreva a marcar la diferencia).
Pero ayer conocí a Isabel (una de mis heroínas, todo sea dicho). Me encanta la gente con historia, los que tienen algo que contar, los que sienten, los que saben... Isabel cumple con todo eso y más. De alguna forma, me ha hecho ver que la respuesta a muchas cosas es el conocimiento. No se trata sólo de conocer en el sentido de saber, se trata de conocer a los demás. Del aprendizaje basado en lo común y lo creativo, donde el sentimiento tiene todo el valor del mundo.
Así pues, no estamos tan lejos de cambiar el mundo. Sólo mediatizados y adormilados (las veces muy silenciosos). A la que nos despertemos y nos unamos, otro mundo será posible.
Se despide bajo el manto de la esperanzaXii