Cuando las relaciones dañan, personas tóxicas a nuestro lado

Publicado el 13 septiembre 2013 por Niños

El concepto de “gente tóxica” fue popularizado por una psicóloga llamada Lillian Glass, quien en 1995 escribió el libro Gente Tóxica. Diez maneras de lidiar con gente que hace tu vida miserable, rápidamente llegó a los primeros puestos en los ranking de ventas; el mismo término eligió el terapeuta argentino Bernardo Stamateas para titular una publicación editada este año que ya es best seller en su país, “Gente Tóxica. Cómo identificar y tratar a las personas que te complican la vida para relacionarte sanamente”.

 Esta etiqueta trata de clasificar a todas aquellas personas que vamos encontrando a lo largo de nuestra vida y que tornan las relaciones en traumáticas, desgastan emocionalmente, generan emociones negativas del tipo tristeza, culpa y desánimo y terminan por generar la necesidad de romper el vínculo afectivo con ellas.

En ocasiones, el comportamiento de personas que encajan en esa antipática descripción obedece a trastornos psiquiátricos, depresivos, melancólicos, perversos, entre otros, pero no siempre es así, de hecho la mayoría de las veces deviene de rasgos de personalidad desadaptativos que implican comportamientos hirientes, agresivos, tendencias pesimistas,  quejumbrosas y dañinas, generando con el paso del tiempo rechazo y problemas relacionales en cada círculo social en que se instalan y que por necesidad tienden a ser transitorios.

 Competidores, celosos, descalificadotes, arrogantes, soberbios, egocéntricos, manipuladores, absorbentes, déspotas, mentirosos, pesimistas, depresivos, insatisfechos crónicos, mediocres…  

 Las personas tóxicas transmiten tal carga negativa que son capaces de “contagiar” a quienes se los cruzan, son aquellas en cuya presencia, al cabo de cierto tiempo, comenzamos a sentirnos cansados, ansiosos y bajos de energía, pueden generarnos un estado de “intoxicación emocional”.  Actúan de manera intimidante, usan las relaciones como vehículo para conseguir sus fines, seducen y manipulan para obtener lo que desean de los demás, critican permanentemente, son eternos insatisfechos donde siempre hay lugar para la queja sin proponer alternativas de solución, apelan al rol de víctima para generar culpa y pena, entre otras estrategias para manipular el entorno.

“Las relaciones tóxicas tienen un alto coste emocional, el dolor psíquico se convierte en el mejor aliado para identificarlas, frenarlas y recuperar el control” 

Las relaciones tóxicas tienen efectos directos sobre nuestro bienestar psíquico, bajan el nivel de energía, de confianza y seguridad en uno mismo,  producen sentimientos de angustia, depresión, tensión y ansiedad que se traducen en dolencias psicosomáticas (dolores musculares, contracturas, rigidez, trastornos gastrointestinales, entre otras), afecciones que se convierten en la señal de alarma de que “algo” no nos está sentando bien.

  “Aprender a decir No, a expresar emociones con independencia del receptor del mensaje, desarrollar la confianza en uno mismo y seleccionar de forma activa las relaciones que mantenemos, nos protege” 

 Frente a la toxicidad en las relaciones podemos protegernos a través del desarrollo de habilidades sociales que permitan relacionarnos con los demás con independencia de sus tendencias sin salir dañados, siempre y cuando no seleccionemos este tipo de relaciones como norma y nos nutramos de un entorno saludable, de lo contrario seríamos buscadores activos de personas tóxicas y por tanto habría que explorar qué carencias están monitorizando nuestra vida interpersonal.

 Se trata de entrenar la asertividad, la capacidad de expresar necesidades y sentimientos y poner límites amable pero firmemente. Nadie merece ser maltratado. Es nuestro derecho decir que “No” frente a la descalificación o manipulación del otro. Se trata de fomentar la autoestima, los niveles altos de confianza en uno mismo minimizan la intoxicación por parte de los demás. Se trata, en definitiva, de seleccionar activamente un círculo de amistades que sea nutritivo y saludable y desintoxicarse de toda relación que genere desgaste emocional a través de límites claros y, en su caso, distancia física y emocional.


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