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Cuando Osama bin Laden era feliz e indocumentado (2)

Publicado el 05 noviembre 2011 por Tiburciosamsa

Yendo a Afghanistán, bin Laden no sólo satisfizo carencias psicológicas suyas, sino que también satisfizo carencias políticas del régimen saudí. Arabia Saudí hubiera deseado que algún miembro de la familia real se dejase caer por la frontera afghano-pakistaní para mostrar el compromiso del país con la guerra santa. Con buen criterio, los miembros de la familia real dijeron que estaban mejor santificándose en Marbella. Así que lo más parecido a un príncipe que encontraron para apoyar sobre el terreno fue Osama bin Laden. La verdad es que bien vendida la historia tiene un halo romántico: el hijo de un millonario que abandona sus comodidades y se va a pasar frío, a jugarse la vida y a no ducharse durante meses (me sé de alguno que no consideraría esto como una prueba, sino todo lo contrario), persiguiendo un ideal. El papel inicial de bin Laden fue logístico y mediático, las dos áreas que casualmente dominaba mejor. Su papel era canalizar fondos para los refugiados y los muyaidines y, un poco más adelante, encuadrar a los voluntarios extranjeros que afluían al país. Es de suponer que gradualmente la experiencia afghana se le fue subiendo a la cabeza. Aunque había ido a Afghanistán siguiendo la estela de Abdullah Azzam, a partir de 1984 empezó a volar con alas propias. Un factor en su distanciamiento de Azzam fue que por esas fechas conoció a Ayman al-Zawahiri con quien terminaría formando un partenariado que duraría hasta su muerte.Al-Zawahiri también procedía del campo de los Hermanos musulmanes e incluso se había visto influído por el pensamiento de Abdullah Azzam. No siendo un especialista, me cuesta distinguir mensajes dentro del fundamentalismo islámico. Me parece que todos dicen lo mismo. Se me pierden las diferencias de matiz que deben de ser muy importantes cuando hacen que todos estos grupos estén todo el rato escindiéndose. Al Zawahiri defendía un Estado islámico gobernado únicamente por la Sharya. Decía que las reformas y las elecciones libres no serían posibles en el mundo musulmán, mientras no se hubiese visto libre de agresores y hubiese establecido su control pleno sobre Oriente Medio. Abogaba también por la existencia de un contrato social entre los gobernantes y los gobernados, que permite a los segundos elegir y criticar a los primeros y exige que presenten resistencia y derroquen a aquellos gobernantes que no respeten las leyes y principios islámicos. Al igual que Azzam, veía en Afghanistán una fábrica de jidahistas que irían luego por el ancho mundo a combatir a los enemigos del Islam. Un tema controvertido es el de la experiencia bélica de bin Laden en Afghanistán. Se ha tejido una leyenda que dice que bin Laden fue un guerrero osado que participó en mil combates y siempre tuvo a la suerte de su parte, porque nunca le pasó nada. Sin embargo, la realidad parece haber sido muy distinta. Parece confirmado que al menos en una ocasión estuvo en combate, que las bombas le cayeron cerca y que se comportó con valor. Más allá de eso, no he encontrado testimonios que me parecieran completamente convincentes y que apunten a una experiencia militar más extensa. No obstante, en algún momento de la segunda mitad de los ochenta se le abrió el apetito guerrero y empezó a creerse un estratega que ni Napoleón. Formó un grupo de combatientes árabes y en 1987 los embarcó en una lucha épica contra los soviéticos en Jaji. Los árabes combatieron muy bien y aguantaron unas cuantas semanas, hasta que finalmente los soviéticos los machacaron, como era de esperar. Algo parecido ocurrió en 1989, cuando se obstinó en atacar Jalalabad, aunque era evidente que sus tropas estaban preparadas para la guerra de guerrillas en las montañas, no para un combate frontal en terreno urbano. El resultado fue un fiasco en el que perdió unos 100 hombres. Creo que en esos dos ejemplos pueden vislumbrarse las limitaciones de bin Laden como estratega, que quedarían de manifiesto en los atentados del 11-S. Le pierden los objetivos mediáticos, aquéllos que le pueden dar alguna publicidad en el corto plazo. Las pérdidas en que pueda incurrir le traen al fresco y le falta una visión a largo plazo en su estrategia. “Está bien tiro las Torres Gemelas, se entera todo el mundo, ¿y?” Para colmo esa falta de visión a largo plazo va acompañada de una minusvaloración de la capacidad de aguante del contrario y una sobrevaloración del poder propio. Aquí me recuerda a Hitler. Hitler pensaba que la mera voluntad que animaba al soldado alemán podía derrotar a todo el poderío industrial de EEUU. Osama bin Laden también parecía pensar que unos cuantos terroristas con bombas imbuidos de la ideología jihadista podían derrotar a EEUU. Bin Laden emergió de Afghanistán convertido en líder de leyenda para algunos sectores. Su figura reunía algunos elementos para ello: su austeridad y su disposición a afrontar penalidades; la cercanía en el trato; una cierta afabilidad. Hubo otros componentes de su vida que fueron magnificados para ajustarlos a lo que exigía la leyenda, especialmente sus hazañas bélicas y su exposición al peligro, que creo que fueron muy exageradas. Finalmente hubo elementos de su personalidad que de alguna manera se obviaron para que no entorpeciesen con la imagen heroica que algunos querían tener de él. Así, se tendió a pasar por alto su hablar suave, su timidez, el que no era buen orador, su sometimiento ante aquéllos a quienes tenía por más sabios en materias religiosas y su falta de carisma (esto último lo comentan varias personas que le conocieron en persona).Para 1990, cuando regresó a Arabia Saudí, ya se había empezado a formar la leyenda en torno a bin Laden y se terminaron los años en que fue feliz e indocumentado.

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