Cuando se nombra, ¿qué se comete?
Los bordes de las palabras deberían soltar un poco de perdición. En vez de exactitud. Para no defenderlas en adelante, para que sobrepasen ellas solas el resplandor oscuro sin límites.
Y el poeta debería ser quien nombrase sólo desde la injusticia de la imprecisión para dejar menos mortalidad en las certezas. Él es quien mira y ve otra cosa, el que deja entrar lo que nadie diría, el que sólo habla contra todo pronóstico, el que no probará la pasta de los agradecimientos.
El que se extraña de lo consabido.
Y el que desordena.
Tomás Sánchez Santiago, El que desordena