Como ya sabréis a estas alturas, ayer asesinaron a la presidenta de la Diputación de León, y miembro del PP, Isabel Carrasco. No voy a entrar a discutir el hecho, pues emplear la violencia -y más a tales extremos- me parece injustificado e indiscutible, más allá de lo que la víctima haya hecho o dejado de hacer.
Por el contrario me centraré en las declaraciones del portavoz de Sanidad del PSOE en el Congreso, José Martínez Olmos, quien cree necesario la regulación de las redes sociales tras los comentarios "indignos" posteriores al asesinato.
Y aquí, cuando habla de redes sociales, se lee entre líneas "Twitter", pues no deja de ser la red social más social de todas, llegando a cualquier persona, sin que hayas siquiera oído hablar del propietario del tuit; habiéndose convertido en una red social de la que muchos medios de comunicación "tiran" hoy en día para rellenar noticias o crear sus propios sondeos. El impacto de una noticia ya no se mide en importancia-relevancia, sino en repercusión en Twitter; tuits, retuits, hashtags y cuentas parodia hacen de aplausómetro en el mundo de la noticia, y ahora, quieren regularlo...
Querer regular las redes sociales, regular Twitter, es como querer regular las conversaciones en la barra de un bar entre los habituales, los monólogos -diálogos en el mejor de los casos- con el taxista durante el trayecto, las charlas de ascensor, y cualquier intercambio verbal entre dos o más personas. ¿Acabarán viniendo a nuestras casas para regular lo que le espetamos a la tele cuando vemos las noticias, leemos el periódico o repasamos nuestros perfiles sociales?
En lo concerniente a Twitter, parecen querer regular, entre otros, el imperante humor negro de la red social, y si bien hay veces que se traspasan fronteras humorísticas y rozan lo macabro -y eso que soy una gran fan del humor negro-, la inmensa mayoría de las veces es humor, simplemente humor, y con ello no se intenta ni espera el alzamiento nacional a favor de la mutilación, el asesinato ni la humillación. Puede gustarte, o no. Y sí, obviamente cualquiera puede quejarse de lo que no le gusta, pero en cuanto a Twitter se refiere, parece que se persigue en mayor medida al disidente "rojo".
Pensáis que me he ido de madre, y he extrapolado a límites extremos la noticia, pero pararos a pensar por un momento... Si a día de hoy, sin un organismo regulador, ya existe una "regulación" desequilibrada, ¿qué pasará cuando pasen a decidir sobre qué se puede hablar, cómo, cuándo y en qué contexto; y quien cree ese libro de estilo sean esas personas, eventualmente, más susceptibles de ser criticadas?
Si a día de hoy ya condenan a pagar 1.300€ por llamar "...puta..." en un tuit a la delegada del Gobierno de Madrid, ¿qué no veremos si deciden "regular" las redes sociales?
Cuando se toma más en serio el humor negro que la negra realidad tenemos un problema...
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