Revista Talentos

Cuando sueño despierto

Publicado el 13 agosto 2015 por Gogol
  • By gogol
  • In Extractos fascinantes
  • Posted On 13 agosto, 2015
  • Tags Cuentos,Historias cortas

Es por la tarde. Jugamos al fútbol cerca del tendedero, detrás de la casa. Jimmy, mi hermano, tiene once años, y Ciru, mi hermana, cinco y medio. Yo soy el portero.
Tengo siete y sigo sin saber por qué todo el mundo parece saber lo que hace y el motivo por el que lo hace.
—Tú no estás gordo. —Eso es lo que mi madre me dice constantemente—. Estás rellenito.
Ciru lleva la pelota. Es pequeña, delgada y bonita. Tiene codos afilados y una sonrisa tan pura como un dibujo a lápiz que recorre uniformemente sus mejillas. Corre hacia Jimmy, alto, moreno y atlético.

Yo todavía estoy entre las barras de metal que usamos como portería improvisada viendo jugar a Ciru y a Jim. Un aliento cálido sale de mi nariz, supera mis labios y me divide la barbilla. Puedo ver la piel rosada y brillante de mis párpados.
Mis orejas captan sonidos al azar: pájaros; timbres de mambas negras, las bicicletas de paseo; niños a lo lejos; perros, cuervos y rumba de Congo, la música vespertina de la radio nacional.
La gente que pasa por el exterior de nuestro complejo habla en idiomas cuyos sonidos conozco, pero que ni hablo ni entiendo: luhya, gikuyu.
Mi risa parece haberse escondido en lo más profundo de mi interior, como un coche que se niega a arrancar por la mañana, cuando se gira la llave.
Ciru regatea a Jimmy y, siguiendo el balón, se dirige hacia mí. Yo estoy preparado. Soy hábil y rápido. Estoy esperando el balón. Jimmy corre a detenerla y forcejea con ella. Hace unos momentos, el sol era un rayo solitario de luz blanca; ahora se ha escondido detrás de los árboles y todo el jardín está iluminado por mil soles minúsculos que se asoman por los huecos, todos redondos y todos lanzando miles de rayos. Los rayos atraviesan las hojas y las ramas y se astillan en miles de soles aún más pequeños y perfectos.

Yo río cuando Ciru ríe y me encuentro a mí mismo dentro de su risa, cayendo con ella, abrazados. Siento su risa cuando se está formando, incluso antes de ser risa, y también se forma en mí.
Conozco su forma de comportarse, también sé cómo se comporta Jimmy. Y la mía consiste en ponerles la zancadilla cuando estamos en público. Sólo están a salvo cuando estoy solo o cuando sueño despierto.

Binyavanga Wainaina

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