Cuando te pasas de productivo

Publicado el 24 julio 2011 por Migueldeluis

¿Te acuerdas de tu infancia? ¿De cuando te dieron un lápiz y dibujabas con él y te diste cuenta de que el lápiz en cuanto más afilado mejor? A lo mejor pasaste por la fase de tener tu afilador siempre a mano. En cuanto veías que la punta se ponía un poquito roma, ras, ras, le dabas un par de vueltas al lápiz. Inmediatamente la punta quedaba perfecta. Otra vez a dibujar y a ser feliz hasta que…

¡Vuelve a perder la punta! ¡Rápido! ¡Ras, ras! Y a dibujar. Y luego por tercera vez, ras, crac. ¿Crac? ¿Qué ha pasado? Un trozo de grafito se ha quedado en el afilador. Le das unos golpecitos y se cae la mina y a afilar. Ras, ras, tienes punta de nuevo.

Transcurren tres días. Te preparas para dibujar otra vez. Ras, ras, pero… no puedes asir el lápiz bien. Se ha quedado tan pequeño…

Productivitis
Dícese de aquella aflicción que consiste en emplear más tiempo afilando el lápiz (o el hacha) que en dibujar (o cortar madera)

Las técnicas de productividad como inversión

Seas una empresa, seas una persona, tengas la edad que tenga, te interesa invertir en productividad. Estoy hablando principalmente de tu tiempo, esfuerzo y atención. Si te preocupas sólo en producir, producirás mal y menos. Además mejorarás muy lentamente. Es imprescindible que puedas decidir rápidamente qué hacer y como hacerlo. La alternativa es la chapuza a la chapuza que, con muchísimo esfuerzo, lleva, como mucho, a la mediocridad.

La solución es sencilla: aprender a organizarse. Sí, ya sé que está extendida la superstición de que las personas nacen organizadas o desastrosas. En realidad las técnicas de organización son eso, técnicas que pueden aprenderse y practicarse, como nadar. Vale que no todo el mundo pueda convertirse en campeón olímpico, y quizás no todo el mundo pueda ser un kami-no-GTD, un gurú de las 5S o el maestro de la agenda, pero tampoco hace falta. En cuanto aprendes unas reglas básicas de productividad, ésta se multiplica inmediatamente

Tengo un hacha nueva…

…Y quiero que todos la veáis

Esta es la sensación que tienes cuando aprendes sistemáticamente alguna técnica de productividad. De pronto tu trabajo te parece más fácil y te crees capaz de todo. Haz encontrado un multiplicador de tu capacidad mental, una herramienta para ser más listo concentrándote mejor en lo que tienes que hacer y en nada más. Y te gusta, te gusta tanto que decides, de una forma más o menos consciente en seguir por este camino. El resultado es que aprendes más técnicas: descubres tus errores de principiante en aprender la técnica de productividad, te hablan de otras técnicas, y vas haciendo experimentos para probarlas. También vas revisando todas las herramientas que existen para implementar GTD, por ejemplo.

¡Oh es nuevo y mejorado!

Uno de los síntomas más claros de la productivitis es la fascinación por las nuevas herramientas de productivdad. En los casos leves se manifiesta con un juguetear con todas las nuevas aplicaciones de productividad que aparezcan en el mercado y en probar todas las nuevas técnicas que salgan del último blog.

En los casos más graves, se llega a deshacer toda nuestra organizar traspasándola a la nueva herramienta, y así una vez cada dos meses.

Recuerda que una herramienta modesta pero bien llevada es más eficiente que una impresionante pero que no manejas bien; recuerda también que dominar una herramienta a la perfección lleva tiempo. Todo esto se desaprovecha si cambias por disfrutar del cambio.

Peligro de esta carretera

El peligro de esta carretera es que puedes desviarte de tu objetivo final. Si tu objetivo es ser consultor de productividad posiblemente debas dedicar gran parte de tu tiempo en estar al día de todo, todo y todo. Pero si tu empresa es una exportadora de manzanas a granel, debes evitar que el concentrarte sólo en la eficiencia del empaquetado y la distribución te haga olvidar los vaivenes del mercado. De lo contrario puedes acabar siendo la empresa que con mayor rapidez vende manzanas en el momento de peor precio y quedarte sin ninguna para la Gran Feria de la Sidra, la Tarta de Manzana y las Manzanas de Caramelo. Si tu trabajo es el de la abogacía no debes pasarte tanto tiempo buscando en internet información sobre como llevar tu agenda que no te dé tiempo a tramitar ningún asunto. A tus clientes les va a dar igual las herramientas tan chulas de tu smartphone. Todo esto tiene sentido sólo si al final produces algo.

Si nunca estás en tu despacho necesitas herramientas diferentes a quien nunca sale de la oficina. Lo he vivido en mis propias carnes al pasar de ser procurador de los tribunales a funcionario. Fui de los primeros en tener un smartphone, y antes un pda, pero ahora trabajo principalmente con una wiki y si tengo smartphone es como herramienta auxiliar.

La productividad siempre está ligada a un fin. No se trata de ser eficiente en no hacer nada. Y cuando escojas una estrategia o una herramienta de productividad debes pensar en tus objetivos, circunstancias y limitaciones, no en ser el más chulo del bloguerío.