de Donna Milner
Esa chica misteriosa, esos tonos añejos y esas elegantes letras... La portada me enamoró. Leí la sinopsis y creí que podía estar bien. Una historia sobre viejos secretos, quizás intrigas, maldades, traiciones... ¿quién sabe lo que te aguarda dentro de un libro antes de abrirlo? A veces, las sinopsis hacen que una novela resulte decepcionante. Otras, parece que te cuentan demasiado. En el caso de Cuando todo cambió, lo que leí en la contraportada no me había preparado para la historia que estaba a punto de leer.
Gracias a Maeva por el ejemplar
Cuando Natalie Ward recibe la noticia de la enfermedad terminal de su madre Nettie, no duda en regresar a su pueblo natal, en la pequeña localidad canadiense de Atwood, tras más de treinta años de ausencia. En el largo viaje de autobús que emprende desde Vancouver, rememora su idílica infancia y los acontecimientos que en 1968 le cambiaron la vida, y la de su familia. Entonces ella vivía en la granja familiar con sus padres y sus cuatro hermanos varones. Pero un caluroso día de julio, al entrar el joven River por primera vez en su jardín, comprendió que todo cambiaría. River, que representaba un mundo libre de conservadurismos opuesto a lo que había vivido hasta entonces, entró a trabajar en la granja y se ganó en poco tiempo el cariño de la familia y especialmente la admiración de Natalie. Pero, a partir de ese momento, también se empezó a tambalear su estable vida familiar
Mi historia con este libro ha sido muy extraña. La autora juega a alternar presente y pasado, de forma que los acontecimientos de finales de los 60 son los recuerdos que van volviendo a Natalie a medida que se va acercando a Atwood y a los secretos que dejó allí enterrados. Al empezar a leer, el lector ya sabe que hay un secreto y, como es natural, lo que más desea es descubrir qué pasó. Al principio, fui pasando las páginas, disfrutando al ir conociendo poco a poco a la familia Ward, pero deseando conocer el maldito secreto. No fue hasta que me di cuenta de que iba a tardar en desvelarse cuando me relajé y me pude dejar atrapar por la lectura de esta maravillosa novela.
Advertencia para aquellos abanderados del odio a un libro porque "no pasa nada": en esta novela no pasa nada la mayor parte del tiempo. Natalie recuerda cómo era su vida y su familia cuando era adolescente y sus recuerdos van avanzando hasta llegar al terrible secreto que guarda. Simplemente recuerda. Hay misterio y eso es lo que empuja al lector principalmente. Lo espectacular de esta novela es cómo Donna Milner juega con el lector, dejando pistas tan sutiles que resultan invisibles, haciéndole creer que intuye lo que pasó. Yo me pasé la mitad del libro recordando algo que la protagonista había pensado: ¿me seguiría queriendo Vern [su marido] si supiera toda la destrucción de la que soy capaz? Uau, pensé. Destrucción es una palabra muy fuerte para algo que hizo una chica de 16 años. Exagera, seguro. Estoy convencida de que hizo tal cosa y todos se enfadaron. Eso pensé, sí. No sabía lo equivocada que estaba. Llega un momento de la historia en que prácticamente cada 10 páginas iba soltando un grito de sorpresa. Así que pese a que "no pasa nada", la intriga y la sorpresa están aseguradas.
Me ha cautivado la sutileza con la que la autora ha conseguido tratar temas tan espinosos como el abuso o la infelicidad. Hay un adjetivo que lo define a la perfección: bello. El estilo de Milner supura belleza, a veces triste, a veces esperanzada, pero siempre apasionada. Consigue penetrar en tu interior a través de las palabras de Natalie o de sus conocidos, a los que llegas a conocer como la palma de tu mano.
En definitiva, es un libro más que recomendable para sobrevivir a estas calurosas tardes de verano con una buena lectura, entretenida y de calidad.
Historia:
Personajes:
Estilo:
Ritmo:
Opinión:
Lo mejor: la humanidad y realismo de los personajes.
Lo peor: el principio se puede hacer lento si lo que se busca es descubrir el secreto.