Cuando vengas a mis días
no prendas la luz de mis ojeras,
no me tomes tan enserio,
no pronuncies despedidas a las dos de la mañana,
no me tomes tan en broma,
no golpees a mi puerta recordando un aguacero,
no dejes nunca más tu alma olvidada y sin abrigo,
cuando me visites hecha abrazo recuerda entibiar los ojos
traer el mate
y el agua caliente anidando entre tus pechos,
cuando vengas a mis días
no me enseñes a vivir que yo ya se como se muere,
no llenes de orgullo tus pasos que se van
en cambio dibújame cien caminos a tu soledad,
no lluevas mañanas tristes ni noches negras
no lluevas más,
no grites ángeles llenos de desnudez y vida,
no te conformes solo con ganar,
cuando vengas a mis días
traete un tango adormecido,
no le digas a ella que llegaste
y hace silencio,
mucho silencio
no quiero que ella, mi muerte, se despierte.