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¿Cuantas monedas cogerías?

Publicado el 14 mayo 2010 por Candreu
¿Cuantas monedas cogerías?
Parece que nos vamos a tener que acostumbrar a vivir con el volcán Eyjafjallajökull lanzando nubes de ceniza a nuestros cielos durante un tiempo, aunque eso implique trastocar nuestros planes de viaje una y otra vez y sobre la marcha. Esta semana cuatro de mis aviones se quedaron en tierra y tuve que "volar" por carretera y sobre los raíles del AVE para llegar a mis compromisos en Sevilla (un año más en el encuentro de Directivos de Cajasol y en una divertidísima sesión para Balumba), Bilbao (en la multitudinaria convención de NaturGas) y Alicante.
Entre medio de estas 5 sesiones he dedicado unas cuantas horas a la búsqueda de un Director Ejecutivo para una PYME situada en Madrid. Me resultó curioso recibir la job description del cliente y leer: "capacidad de relación, calidez humana y honestidad exquisita". En algunas de las cenas de esta semana, hablando sobre la situación económica del país, otro de los lugares más recurrentes es que necesitamos una nueva clase política, mucho más seria, mucho más comprometida con el bien común y mucho más honesta. Y es que parece que hay gente que empieza a dar la importancia adecuada a los valores de verdad.
Decepcionado por no encontrar un recaudador de impuestos de confianza, un sultán turco se lamentaba ante el más sabio de sus consejeros. "¡No puedo creer que no haya un solo hombre honrado en todo este reino!. Sin embargo necesito encontrarlo. Es necesario sustituir al anciano recaudador por otro más joven".
"No os preocupéis alteza. Tan sólo anunciad que un nuevo recaudador es requerido en Palacio. Yo me encargaré del resto", dijo el sabio.
Al día siguiente del anuncio, un buen número de aspirantes se agolpaban en el recibidor del Palacio del sultán. Gordos y flacos, jóvenes y viejos, altos y bajos, todos lucían costosos trajes y paseaban con arrogancia por el salón. Todos menos uno, vestido de forma sencilla, que fue objeto de las burlas del resto de candidatos.
"¡Atención, señores!" –dijo de pronto el sabio tras el sonar de las trompetas- "el sultán os recibirá enseguida. Yo os indicaré el camino". Y los hizo entrar uno por uno a un corredor oscuro y estrecho por el que tenían que avanzar a tientas para llegar hasta el salón del trono donde se encontraba el soberano.
Una vez estuvieron todos reunidos ante el sultán éste, siguiendo las indicaciones del sabio les pidió que empezaran a bailar. "Bailen, bailen, el que mejor lo haga, obtendrá el puesto de recaudador". Los hombres bailaron con gran pesadez y lentitud, sin poder despegar los pies del suelo. "¡Qué bailarines más torpes!, ¡parece que tuvieran los vestidos llenos de piedras!" exclamó el sultán. El único que bailaba con agilidad era el hombre pobre.
"Ahí tienes a vuestro recaudador" dijo el sabio consejero señalando al candidato más humilde. "Esparcí por el corredor que llega hasta la sala del trono monedas, billetes, joyas y objetos de valor y él fue el único que no se llenó con todo lo que encontró". El sultán había dado por fin con un hombre honrado.
¿Cuantos atravesaríamos el corredor sin meter en uno de nuestros bolsillos siquiera una moneda?

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