La lista del terrorismo islámico en el mundo es muy larga. Desde la India a New York, de Londres a Madrid, de Tel Aviv a Buenos Aires, de Tailandia a Paris... y sigue y sigue.
El terrorismo islámico asesina periodistas en Francia, apuñala judíos en Jerusalén, decapita cristianos en Siria, esclaviza niñas yazidíes en Irak, explota bombas en centros israelíes en Buenos Aires, masacra hindúes en Mumbai, ataca teatros en Rusia, ataca el Parlamento en Canadá...
El terrorismo islámico es fanático, inhumano, despiadado. Odia a muerte la democracia, la libertad personal, el estilo y la cultura occidental.
El 'problema' de Israel no es otro que ése: es un pequeño trozo de vida democrática occidental en medio del Islám. Algo insoportable para ellos.
Esa es la realidad, sin envoltura dulce. Nuestro modo de vida, nuestra libertad, democracia y tolerancia enfrenta una vez más un enemigo despiadado. Tal como antes enfrentó al fascismo-nazismo y al comunismo. Ahora enfrenta al fanatismo islámico.
Hay que recordar que a ambos, al fascismo y al comunismo, se logró derrotarlos. Se necesitó solamente líderes y pueblos con huevos.
Desde 2005 a hoy, Israel ha sido atacado con más de 10.000 proyectiles desde El Líbano (donde Israel no tiene un centímetro de tierra 'ocupada') y desde Gaza (donde Israel no tiene un centímetro de tierra 'ocupada'). Que esos proyectiles lleguen a Europa es sólo cuestión de tiempo.
ESPERO que Europa despierte de su letargo onírico y se percate del cáncer que ha permitido crecer en su interior.
ESPERO que tanto simpatizante y justificador del terrorismo islámico aquí, entre nosotros, vea honestamente la realidad.
¿Cuántas veces, mundo democrático? - para mi, que soy un insoportable pragmático, la respuesta debió comenzar ayer.
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