¿Cuánto durará este invierno?

¿Me escribirás?
Te escribiré, prometió.
Mañana escribirá esas cartas.
Desnuda entre sus brazos, 
abraza el tiempo furtivo.
No ha intentado retenerlo.
Él ha decidido marcharse.
A estas alturas ella ya no suplica a nadie.
Él dice que es una oportunidad.
Para ella la oportunidad se llama miedo.
La vida estaba a su lado.
Él cree que ya tiene una edad para no meter la pata.
Tanto si se va, como si se queda, él ha metido la pata hasta el fondo.
Es fiel como un perro pero si titubea su confianza,
manda a cualquiera a paseo y aquí no ha pasado nada.
Y en esta pelea por robarle tiempo al tiempo,
 lágrimas y reproches en los puños cerrados.
Quedarán algunos besos, algunas promesas
con las que engañar los últimos minutos.
Las últimas flores se marchitan en el jarrón,
el amor apenas tuvo tiempo para abrir la maleta,
colgar la ropa en los armarios.
El futuro ha sacado billete de ida,
bien guardado en el bolsillo.
Es lo que hay, la vida es más rápida,
a años luz de nuestros deseos.
Te escribiré, prometió.
Hablar de ese vacío que tiene dentro.
Será mañana cuando escriba el por qué
baja al fondo del pozo a llorarle a la luna.
Por qué sube a la cima, rindiéndose a las estrellas
gritando penas como un lobo.
Sólo la noche conoce su rabia.
Sólo la rabia le hace perder los estribos.
Mañana pondrá orden a esos sonidos
murmullo de viejas letanías.
Él no vendrá
será entonces cuando ella pida a la memoria
que recupere los nombres de las cosas que dejaron de ser.
Quizás haga un montón y arroje lejos los recuerdos,
como hacen los niños cuando tiran piedras al mar.
La distancia pone distancia a las cosas,
luego llega el conformarse y más tarde el olvido.
Aquellas se agostaron en un invierno sin anunciarse,
y el frío dentro y fuera, en su boca,
rezagado en las cuencas de sus manos, creciendo y quemando lo que toca
¿Cuánto durará este invierno?