¿Y si necesito el dolor?, ¿y si echo de menos el dolor? Es raro, inexplicable, difícil de comprender, pero en el fondo, pasan los años y sigo sintiéndome terriblemente vacío, solo, frustrado, cerca y lejos de tener lo que quiero en la vida, inconformista, ambicioso, ¿de qué me sirve todo esto si me encuentro perdido?, si nunca tengo suficiente y por más que lucho siempre quiero más ¿cómo voy a conseguir ser feliz si incluso cuando estoy en mi limite no estoy conforme conmigo mismo? como he dicho mas de una vez ¿y si siendo malo soy más feliz? ¿y si haciendo daño me siento mejor conmigo mismo? ¿en verdad soy tan retorcido? Echo de menos el dolor, echo de menos luchar, echo de menos a decenas de personas y al mismo tiempo busco compulsivamente la soledad, me escondo, me oculto del resto… pierdo el sentido, extraño momentos que en el pasado odie y añoro recuerdos que en el fondo trato de olvidar, no se lo que quiero, pero se que lo que tengo hoy en día no me hace feliz y quizás lo que tuve en el pasado tampoco me hizo sentir satisfecho, ¿entonces que es lo que busco? ¿Qué siento? ¿necesito sufrir para ser feliz? ¿la felicidad es una consecuencia del sufrimiento? ¿la no existencia del dolor haría que el placer fuera inexistente?, con todo esto ¿es imprescindible sufrir para encontrar la felicidad? ¿es por ello por lo que echo de menos el dolor? Detrás del sufrimiento yace una gran satisfacción personal de superación, recientes estudios comparan esa liberación de endorfinas en el cerebro con las experimentadas con las drogas opioides, es por ello por lo que el deporte puede resultar adictivo, echo de menos desafiarme física y emocionalmente, es curioso ver que existe dolor que no duele, sin connotaciones físicas, y a su vez hace más daño que cualquier golpe. Muchas veces el dolor físico combate irónicamente el dolor emocional, te evade de pensar, ocupa tu mente en otro tipo de sufrimiento más llevadero, quizás el ser inconformista y competitivo me lleva a sufrir para tapar las cientos de cadencias que tengo en mi día a día, quizás por eso a veces echo de menos el dolor, para no pensar en quien soy ni a donde voy.