Revista Literatura
CUATRO CUENTOS - Autores varios
Publicado el 14 febrero 2012 por RafaelblancovazquezUNA VEZ MÁS, de Giselle Aronson
Había caído otra vez, se dio cuenta al llegar al fondo y ver los rostros a su alrededor.
Abajo no estaría solo, muchos colegas lo acompañarían: escritores admirados, otros desconocidos, literatos descollantes, mediocres, inescrupulosos, abnegados, agudos, apasionados, concisos, obsesivos.
No faltaban los que fingían su debut por allí. Agobiados, no se explicaban cómo habían ido a parar a ese foso. Otros, más sinceros, se tomaban el asunto con humor e intentaban volver a la superficie, libres de escándalo.
Él ya conocía el sitio y sabía que era natural para cualquier escritor, caer en un lugar común.
CULPAS, de Claudia Sánchez
Una sonrisa se dibujó en su rostro al verme llegar. Era una sonrisa exagerada, estática, forzada, incongruente con la expresión de sus ojos. Una certeza, toda instinto, cruzó rauda por mi mente: lo había descubierto. Sin sacar la llave de la cerradura, volví a cerrar la puerta, giré dos veces la llave y fui hacia el auto. El sonido de un disparo me hizo detener. El instinto me había fallado. No teníamos armas en casa.
SABER LO QUE SE QUIERE, de Alejandro Hugo González
Siendo niño siempre le preguntaban qué quería ser cuando fuera grande. Y él siempre respondía:
—Asesino.
Sus padres sonreían, divertidos. Las visitas reían, un poco incómodas, y a veces se despedían enseguida.
Poco a poco llegó a ser un contador de fama no pequeña, padre de cinco hijos y respetado miembro de la comunidad. Sin embargo, de vez en cuando miraba con tristeza el fuego del hogar y confiaba a alguno de sus pocos amigos íntimos:
—Este es el resultado de no contradecir los deseos de los niños. Si mis padres alguna vez hubieran querido inducirme por la fuerza a ser médico, ingeniero o -incluso- contador ahora yo sería un asesino maravilloso, y no esta porquería que todos pueden ver.
Decía esto mirando como en sueños el cuello de su amigo, la suave piel del cuello, donde empieza la nuca, con sus pelitos.
LABERINTO VIVO, de Juan Pablo Noroña
Ansioso de afecto, entro al laberinto vegetal en persecución de una mujer sagrada y única. Una vez dentro, hallo con asombro que se ha multiplicado: me saluda desde un recodo, atisbo su luciente cabellera por sobre una muralla verde, escucho su voz a mis espaldas. A cada paso, a cada vuelta, son más, y mayor mi confusión. Cuando finalmente atrapo a una, sólo esa veo, sólo esa existe.
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Primera imagen: La fosse, de Greaukk en deviantART
Segunda imagen: the dead cannot dance, de anatheme en deviantART
Tercera imagen: gimme light, de anatheme en deviantART
Cuarta imagen: the Elements, de m0thyyku en deviantART