Cuentacuentos - Todo este tiempo enterrado...

- ¿Por qué me das las llaves si te he pedido un pañuelo? –dijo la doctora impaciente.
El pasante que la ayudaba, señaló la tierra que cubría la placa metálica.
- La tierra está muy dura, doctora –dijo en respuesta.
La mujer observó nuevamente la placa a la tenue luz de la linterna de su casco y tuvo que admitir que tenía razón.
- ¿Pero unas llaves muchacho? ¿No trajiste las brochas duras? –continuó reclamándole.
El joven la miró sin palabras y pocos segundos después tuvo que bajar la mirada avergonzado. La oscuridad se hizo más profunda sin la luz de su linterna. La doctora suspiró y regresó a la placa, en sus manos sostenía las llaves del carro que los esperaba afuera de la caverna. Raspó con cuidado la tierra. Ésta cedía ante los dientes de las llaves.
- ¿Charles, -dijo la doctora después de un rato- ahora si puedes pasarme un pañuelo?
- ¡Sí, doctora! –dijo pasándole el pañuelo-. Aquí está.
La mujer retiró lo que quedaba de tierra y observó unos extraños símbolos grabados en el metal.
- Acércate –le dijo al muchacho.
Charles se acercó emocionado. Aquel descubrimiento, podría cambiar el mundo como lo conocían. Era increíble.
- ¿Qué idioma es? –dijo Charles.
La doctora estaba demasiado impresionada para hablar. Era lo que había predicho: una nave espacial. Al igual que la otra que habían encontrado hace poco. Y estaba segura de que si realizaban las pruebas de carbono 14 encontrarían lo que habían encontrado en la otra.
- ¿Doctora, es lo qué creía?
Apenas si podía recuperar el aliento. Esto develaba todos los misterios sobre el origen de la especie, pero también abría muchísimos más. ¿De dónde habían venido estas naves? ¿Por qué sólo habían enviado material genético? ¿Esta especie se veía igual a ellos? ¿Qué había pasado con su planeta? Se sentía mareada.
- ¿Doctora?
- Agua, Charles –logró decir-. Dame agua por favor.
El muchacho sacó su cantimplora y le dio agua. Ella tomó hasta saciarse y habló.
- Es lo que habíamos pensado –dijo.
Charles parecía entender lo que había sentido la doctora, pues también le costaba articular las palabras.
- Vamos, muchacho –dijo ella recogiendo las cosas-. Necesitaremos un equipo grande para sacar esta nave.
Él recogió las cosas y antes de irse miró otra vez los símbolos. Si hubiera podido entenderlos hubiera leído con facilidad: NASA.