En estas entrañables fechas queremos desearos que paséis una FELIZ NAVIDAD en compañía de vuestros familiares, amigos y seres queridos. Nuestros mejores deseos para todos los que nos seguís desde los diferentes países del mundo, que la alegría, amor y felicidad inunde nuestros corazones.
Estas fechas son una oportunidad para recordarnos de las personas que apreciamos y demostrarles, a través de una felicitación navideña o un e-mail, cuánto nos importan. Vosotros ya formáis parte de nuestros amigos, gracias por las visitas, comentarios y compartirnos vuestros sueños viajeros, esperamos gozar de vuestro favor por muchos años mas.
Este año, a punto de finalizar, ha estado marcado por la crisis y dificultades económicas, confiamos que estos malos momentos se superen y el nuevo año 2012 venga cargado de bonanzas. FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO a todos.
Es difícil encontrar una manera original de felicitaros estas fiestas sin recurrir a los tópicos, pensando en la crisis, se me ha ocurrido escribir un cuento navideño, en realidad es una adaptación de un e-mail anónimo sobre economía que me reenviaron Pedro y Nisa, una pareja amiga de Encuentro Matrimonial, grupo al que nosotros también pertenecemos. Lo he convertido en un cuento de Navidad, pero de cuento no tiene nada, aunque lo vuelvas a leer buscando su lógica, en realidad la economía funciona así: Si se mueve el dinero, se acabó la crisis.
CUENTO NAVIDEÑO SOBRE LA CRISIS
Erase una pequeña ciudad perdida en el interior de España junto a una carretera nacional. Hace tiempo que la crisis viene azotando este lugar, todos sus habitantes tienen deudas y apenas sobreviven a base de préstamos, que incluso los bancos ya les niegan porque no aceptan sus hipotecas. Están en vísperas de Navidad, pero todo esta triste, las pocas tiendas que no tienen el cartel de “Se alquila” están vacías de compradores, las luces de los adornos navideños están apagadas porque el Ayuntamiento no puede sufragar la factura de la luz, las calles están desiertas...
No menos sórdido es el interior de las casas, sus moradores que en otro tiempo estarían escuchando los alegres villancicos, ahora están deprimidos y cabizbajos pensando cómo se las arreglarán para saldar sus deudas o comprar mañana la cena de Navidad, muchos miembros de la familia están en el paro, tampoco podrán disfrutar de la presencia de sus hijos porque emigraron al extranjero en busca de trabajo, las facturas se les acumulan...
Por fortuna, un obeso y barbudo ruso (antes hubiera dicho un americano) para con su lujoso coche en el único y pequeño hotel de la ciudad. Pide una habitación, saca su abultada cartera, rebusca y al no encontrar un billete menor, entrega uno de 500 euros como anticipo. Arranca el auto y se dirige a conocer el pueblo.
Al ver el billete, el dueño del hotel no se lo piensa dos veces, coge el billete (léase "agarra" para los argentinos) y se dirige inmediatamente a pagar al carnicero que le había dado el ultimátum de no servirle ningún género mas.
Tan pronto recibe el billete el carnicero, marcha a toda prisa a pagar su deuda con el ganadero que le vende los corderos y terneros. Sorprendido éste último por el pago inesperado, sale corriendo a pagar al proveedor de piensos para animales.
El proveedor, a su vez, toma el billete al vuelo y se dirige a pagar al agricultor quien le vende el grano y hace tiempo que no le puede pagar.
El agricultor, que se había casado recientemente y le había fiado el hostelero el importe del banquete de la boda, tampoco perdió un minuto, tomó el billete y lo entregó al dueño del hotel.
En ese preciso momento, aparece por la puerta el acaudalado turista ruso que venía de visitar la ciudad, diciendo que reemprende su camino decepcionado por el ambiente tan triste del lugar, toma el billete de la mano del hostelero, lo mete en su cartera, arranca el coche y se marcha.
Aún no había perdido de vista la ciudad, cuando comienzan a iluminarse las bombillas de colores de las calles, las melodías de los villancicos resuenan nuevamente por todas partes, la gente alegre por haber saldado sus deudas llenan las calles para hacer las compras y los regalos navideños, el regocijo y la felicidad han llegado a la ciudad.
Aún hay lugareños que dudan si aquel barbudo y rechoncho turista era en realidad Papá Noel, ya que aunque en realidad nadie ganó un euro, hizo el milagro de que todos saldaran sus deudas en Nochebuena.
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