Cuentos muy peligrosos,
Carlos Romeu
SM, El Barco de Vapor, 169.
Máximo es un chico muy responsable y muy serio al que le gusta pasar cada día sus apuntes a limpio en el ordenador. Su hermana Angélica, en cambio, no opina lo mismo y le ha borrado, sin ningún respeto, sus apuntes al grabar encima algo llamado cuentos infantiles. Máximo trama la manera de escarmentar a su hermana, pero acaba cayendo en su propia trampa y, sin darse cuenta, se ve dentro del ordenador formando parte de esos cuentos que él nunca había tenido en cuenta. El propio Peter Pan le sale al paso, pero Máximo solo desea volver a casa y, cada vez más asombrado, va internándose por una serie de cuentos que, unidos, le causan sorpresa y extrañeza a partes iguales. El ogro, las habichuelas mágicas, la casita de chocolate y su bruja, la propia Alicia y muchos más invanden, sin contemplaciones, el tranquilo mundo de Máximo hasta que este logra regresar a su casa gracias, en parte a su hermana. Tan emocionado está que le promete que, a partir de ese momento, entrarán cada día un rato en los cuentos. Y la entrada será, por supuesto, física.
Romeu escribe e ilustra esta singular historia, destinada a los primeros lectores, desde 7 años. En Cuentos muy peligrosos hace un homenaje, a través de las palabras, de las ilustraciones o de los guiños al lector, de varios cuentos infantiles de todos los tiempos que, juntos, forman una especie de disparate mágico, cercano al nonsense, en el que Máximo se ve envuelto. A partir de esa experiencia iniciática, sospechamos que Máximo ya no volverá a ser ni tan serio ni tan desdeñoso con los cuentos y aprenderá a valorar el universo infantil de su hermana del que él se ha ido alejando de forma equivocada. Romeu nos advierte de los peligros que podemos correr si nos olvidamos de nuestra infancia y del riquísimo mundo de los cuentos.
Pudiera parecer que el ordenador y los cuentos maravillosos no tengan nada que ver. Pues bien, Máximo demuestra que sí, que los dos mundos pueden conectarse. Es más, a partir de esa conexión, decide que ya está bien de emplear su nombre entero, ya que prefiere que lo llamen Max.
El libro se lee de forma rápida, porque es una continua peripecia, en busca del objeto mágico que tiene el poder de liberar a Máximo del ordenador en el que se encuentra prisionero. Mantiene una estructura encadenada hasta que, por fin, logra la solución final, la clave. Las ilustraciones, por su parte, contienen el sello de la genialidad de Romeu quien no solo refleja la historia que escribe sino que va mucho más allá al incluir continuas pistas que nos sumergen en nuevos cuentos.
De verdad que los cuentos... pueden ser muy peligros... y adictivos.