Cuestión de fe.

Mi horóscopo, ése en el que no creo ni confío, me dice lo siguiente:El viaje casi ha llegado a su fin. Ahora debes tener más paciencia que nunca. Justo antes de tomar tierra, es frecuente que los aviones tengan que entrar en un circuito de espera para el aterrizaje. A los trenes se les hace esperar fuera de la estación mientras los andenes se vacían de gente. O los conductores que toman su salida de la vía rápida y se ven atrapados en el tráfico local. Es como si ahora pudieras ver a dónde necesitas llegar, que está claro que el final de un largo proceso no puede estar lejos. Pero, aún así, un factor fundamental no está en su lugar. En estos momentos la paciencia no es ni una virtud ni un vicio, sólo una necesidad. La otra cosa esencial es la fe. No empeores un asunto por darle muchas vueltas. Simplemente confía.Sólo leo las predicciones de Jonathan Cainer porque envuelve sus palabras de un tono de ficción, de esperanza, distinto a lo que suele leerse habitualmente en estos casos. A veces, incluso, me inspira alguna que otra idea para relatar... Yo no creo en los horóscopos (aunque éste me guste especialmente), pero sí en que la gente -o parte de ella- que nace bajo un mismo signo zodiacal tiene cosas en común. La mayor parte de mis amigos son del signo Virgo. Mis íntimas lo son. Mis hijas lo son. Muchos de mis lectores, también. Cuando conozco a alguien y conecto, después de la charla me comenta -"y como buen Virgo que soy.." y pienso: "otro más...", y me sonrío por dentro ya que cualquier explicación al respecto escapa a la lógica más recomendable y típica de mi signo.Y con la edad que una tiene, va siendo hora de no creer en tantas fantasías... Yo sólo creo ya en los Reyes Magos. ¡Tengo los pies en la tierra...!