Magazine
Cueva de los Casares y Valle de los Milagros.
Publicado el 11 febrero 2013 por FrancistajoRiba de Saelices.
Hoy parten con la misma ilusión de siempre, con la ilusión de adentrarse en un paraje especial, lejos del mundano ruido y de la contaminación ambiental.
Su primera parada es La Cueva de los Casares.Cerrada temporalmente, tiene una longitud total de 264,37 m. El hombre ha dejado el testimonio de su paso desde el Paleolítico Medio hasta prácticamente la actualidad. Formada por pasillo estrecho y alto y vestíbulo más amplio. Contiene pinturas y grabados rupestres de tipo esquemático, con figuras antropomorfas, caballos, ciervos, un hurón, bóvidos, peces...algunos superpuestos. Está declarada Monumento-Histórico desde 1935.En la ladera del cerro, extendiéndose por parte del valle, hay restos de un poblado celtibérico y posteriormente árabe, conocido como el Poblado Hispano-Musulmán de Los Casares, levantado en el siglo X, de nueva planta, cuya existencia durará casi dos siglos. Por su parte, encima de la boca de la caverna se localiza una torre construida muy probablemente en el siglo X, al mismo tiempo que el poblado. Tiene planta rectangular y debió alcanzar una altura superior a 10 metros. Desde allí hay unas magnificas vistas con el pueblo al fondo.
Su segunda parada es recorrer El Valle de los Milagros.Allí recorren pegados al río Linares uno de los parajes mas bellos del parque.En el año 2005, del 16 al 20 de julio, un incendio asilo este lugar, cobrandose 11 vidas de los equipos de extinción. Mas de 10.000 hectáreas calcinadas. Aún es palpable el efecto de las llamas. Quedan pinos con las cortezas totalmente negras, se ven los efectos del desmonte realizado posteriormente para retirar la masa forestal quemada.También hay signos de recuperación, el bajo matorral ha brotado con fuerza, las jaras lo tapizan de nuevo.Por el camino son observados desde sus atalayas por buitres leonados, por rostros de piedra.Pequeñas aves insectivoras acompañan con su trino. Lugar de cría de rapaces.
Y tras la ruta, una parada en Maranchón, en el restaurante La Fonda, donde la simpática cocinera Montse les hace recobrar las energias.