Fotografía de Freeds. Opole, Polonia
Respiraba con fuerza, tratando de recuperar el aliento que aún se agitaba. No corría una brizna de aire y el sol lucía tranquilo, le templaba la piel en la mañana de aquel otoño temprano. Tan perseguido y tan ignorado al mismo tiempo, no sabía a donde dirigirse y sólo atinó a mirar el agua del río que permanecía quieta, imperturbable, como si de un espejo se tratara. Se asomó buscando lo imposible, una imagen, la suya. Mantenía la esperanza de que todo hubiera cambiado, tal vez, tal vez está vez sí podría ver su reflejo.
Los ojos se le abrieron de par en par al encontrar un rostro masculino. En un gesto reflejo metió la mano en el bolsillo, sacó una navaja, dio media vuelta y la clavó en la pierna del hombre, tirándolo después al agua. Puede que aquel el tipo fuera un asesino silencioso, pero él seguía siendo el hombre invisible.