Hoy, 21 de marzo, además del comienzo de la primavera, se celebra el Día Mundial de la Poesía y me ha parecido oportuno contribuir con este poema que hice no hace mucho y que habla del difícil trabajo del poeta, que muchas veces ha de escarbar con empeño en su interior para encontrar la fuente de su inspiración.
Cultivar la poesíaAntonio Ibarra Santiago
Una vez tuve yo un huerto. Limpio, llano y albarizo. Y tuve también unas semillas. Sucias, angulosas, brunas. Las sembraba al capricho del viento. Con entusiasmo las esparcía, encomendándome a la suerte de encontrar lo propicio para el brote. La primera vez no surgió nada. Al menos, nada que yo supiera apreciar. La segunda vez, tuve que remangarme el despecho para descubrir que mi sudor bien servía de riego. Entonces nacieron palabras. Pero fueron complejas, rugosas y huecas, como el centro del melocotón. Hubo una tercera vez. Caminé desnudo por el huerto. Lo acaricié. Lo besé. Me quedé dormido en su seno. Y de la tierra gastada germinó el universo,
y unas rosas doradas, y un cuento.
La utopía, la magia, dos lunas, un muerto.
Todo lo que no existe y todo lo que no entiendo.
La intuición de estar vivo,
lo cierto y lo incierto.
Los deseos, la ciencia,
la sangre, los huesos.
De la tierra encarnada germinó el universo,
germinó la armonía,
germinaron los versos.
Una vez tuve yo unas semillas.
Una vez tuve yo un huerto.
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