"La Ciudad de Chihuahua bajo la nieve", en Wikipedia.
Hablando del frío, es costumbre hacer algunas cosas que no hacen falta en otros lugares, como encontrar el modo de que las tuberías no se congelen, por ejemplo, envolviéndolas con trapos. Algún año, en mi casa, cuando era niña, también se colocaron hules en las ventanas para aislar. En mis recuerdos hay muchos de estos "recursos" en relación con el frío: el olor de la infusión de canela, oír "tápate la boca" al salir, las chamarras de pluma de ganso comunes en los años ochenta: mi abuelo llevaba una de esas toda la temporada, fuera y dentro de la casa. Tuvimos un calentón de petróleo; supongo que ya no se usan.Creo que todavía suspenden clases cuando está helando. La mayoría de las escuelas públicas no están acondicionadas para que los niños y los profesores permanezcan ahí sin congelarse o al menos sin que se les congelen los pensamientos. No es raro que ya acercándose las vacaciones de navidad, el horario escolar se reduzca para que el turno matutino inicie más tarde y el vespertino termine más temprano.
Las personas tienen sus teorías sobre los "efectos térmicos": dormir siempre bajo las sábanas y no entre cobijas; llevar varias capas de ropa aunque sean delgadas, en vez de una sola prenda aunque sea gruesa. Se ponen de moda unos materiales u otros: sábanas de franela, cobijas de lana... Aunque muchos recordamos que antes no había nada mejor que las cobijas "San Marcos" con su dibujo de león. Hay quienes mantienen su casa cerrada: "ciérrale, ciérrale, que se mete el frío". Hay quienes abrimos la casa por la mañana para que salga el frío. Tener coche -aquí es "carro"- implica usar anticongelante, aprender a quitar el hielo mañanero del parabrisas y estar pendientes si hay hielo en las calles.
No faltan las colectas de cobijas y las campañas de "abríguese bien". La mayoría, sobrevivimos. También hay muertos: por intoxicación de monóxido de carbono y por frío, es decir: por desamparo.
Silvia Parque