Iván de la Nuez
La historia de la cultura debería ir acompañada por una historia de la gratitud.
Una historia del don.
Así lo entendieron, a su manera, ejemplos que me resultan cercanos: Orlan o Camille Paglia, pongamos por caso.
Así lo entendieron -más lejos, más alto- el Bob que se pone Dylan para agradecer al maestro remoto; el Jim Morrison que honra a Aldous Huxley nombrando a su grupo; el Severo Sarduy que se reconoce como una nota al pie de José Lezama Lima.
Pero estas son excepciones que sólo pueden entenderse por sus respectivas grandezas.
Islas extrañas en el ancho mar de ingratitudes que arman esta cultura que, al final, es también una historia de los mal agradecidos.
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