Cultura es compartir tus libros

Publicado el 23 junio 2014 por Rogger

Escribe: Rogger Alzamora Quijano
Quizá les pasa lo mismo que a mí. Ver en la televisión, periódico o revista, a un entrevistado delante de su estantería atiborrada de libros me parece, por lo general, más una pose superficial y la alharaca de un presunto estilo, que una posición estética acerca del conocimiento, la literatura, la cultura o la vida misma. Un ejercicio del más puro esnobismo.
No me provocan admiración los avaros que guardan, escatiman y recelan sus libros.
Un nuevo concepto de cultura exige compartirla.
Compartir un libro es sembrar cultura, nuevos horizontes para la vida, conocimientos, abrir ante los ojos del lector mundos desconocidos, conceptos distintos.
Compartir libros es un deber fundamental en estos tiempos en que se ve cuán inmensa es la cantidad de gente sin acceso a ellos.
No se puede ser indolente ante la carencia de los demás, máxime si lo que necesitan es el alimento para la mente y el espíritu.
No se puede seguir cerrando los ojos ante los que necesitan y exigen cultura.
A más cultura, menos criminales, menos guerras, menos miseria, menos diferencias sociales. Y por cierto, mayor riqueza en todos los aspectos. Aquella riqueza inagotable del conocimiento humano.
Alguien común y corriente puede tener suficiente con tres o cinco docenas de libros en su biblioteca. Para un intelectual, escritor, ensayista o crítico literario, bastarían de doscientos a quinientos libros. Más de la mitad de ellos pueden ser libros digitales, guardados en los discos duros de su ordenadores. Entonces, aquellos anaqueles repletos de libros de pared a pared, habitaciones repletas de libros, son modas o costumbres obsoletas, exageradas y huachafas.
Otro aspecto tiene que ver con la conservación del planeta.
En un mundo cada más desprotegido, se siguen practicando y promoviendo la obsesión por las bibliotecas privadas, copiosas y fastuosas. La cultura -escasa para la mayoría- es cara, pero en este caso también es ajena.
Si acumular dinero es avaricia, acumular libros es mezquindad. Es incomprensible que cultos, eruditos e intelectuales, actúen como si la cultura fuese un derecho exclusivo de ellos.
La pirámide de la distribución de libros en el mundo tiene como base cientos de millones de gentes sin libros, y en la punta de la pirámide unos pocos dueños de grandísimas bibliotecas privadas. Bibliotecas que significarían, para los que se encuentran en la base de la pirámide, mayores conocimientos, más aprendizaje, mejor comprensión de los problemas del mundo y -en consecuencia- mejores posibilidades de encontrar soluciones.
Pregunto entonces ¿Tiene sentido acumular libros, mientras hay gente -en su mayoría niños y jóvenes- hambrientos de cultura y conocimiento?
EL FUTURO DE LOS LIBROS IMPRESOS

Como todo buen romántico sesentero, no voy a negar que también para mi es delicioso leer un libro impreso. Es especial, además de ser también una experiencia sensorial. Sin embargo, cada vez es más grande la necesidad de buscar alternativas para coadyuvar en la conservación del planeta. Todo papel viene de un árbol, por lo tanto, cada libro impreso contribuye al calentamiento global. Con los millones de libros que se imprimen diariamente en todo el mundo es de imaginar la cantidad de árboles que pierde el planeta por esa causa.
Entendamos entonces la necesidad de la lectura de libros digitales o electrónicos. Sus ventajas saltan a la vista: fácil acceso, menor costo, mayor practicidad, salvaguarda del planeta.
Si uno de los principales objetivos de un autor es escribir para ser leído, entonces no debería importarle si lo hacemos en formato digital. Existe, además, el soporte de mega tiendas y catálogos virtuales: iTunes, iBook, Amazon, Barnes & Noble, Google Play Books, Lulu, etc.
Cada vez es mayor el número de lectores de libros electrónicos y su popularidad va en aumento, pero es necesario promover y difundir esa ruta, también una buena oportunidad para reconciliarse con el planeta
AUTOEDICIÓN, UNA ALTERNATIVA INTERESANTE
Una herramienta para no desdeñar es la autoedición, pues con ella sólo se imprimen los libros por pedido.
Hay autores que se sienten mejor cuanto más numerosa es la edición de sus libros. Y la verdad es que a veces no venden ni la décima parte de lo que imprimieron.
Hay editoriales que buscan hacer caja publicando a autores mediáticos –“divas” de la farándula con escandalosas vidas o con ansias de alimentar sus egos, por ejemplo-, aprovechar el morbo colectivo y así vender sus libros basura, con fines exclusivamente crematísticos.
¿Para qué despilfarrar papel? Si tanto queremos un libro impreso bastará ordenarlo por internet y nos llegará a la puerta de la casa.
CULTURA ES COMPARTIR TUS LIBROS
- ¿Tienes abundantes o demasiados libros? Compártelos.
- No es sano para nadie que los libros languidezcan en las estanterías de bibliotecas privadas.
- Critica y censura a los acopiadores consuetudinarios que prefieren acumular y ostentar sus libros en vez de compartirlos.
- Los libros fueron escritos para leerse. Es imprescindible multiplicar los lectores compartiendo los libros.
- Practica la saludable costumbre de intercambiar libros.
- ¿Quieres comprar un libro digital y no lo encuentras? Cómpralo impreso, pero usado.
- Descargar un libro electrónico original es muy fácil, inmediato, barato (y hasta gratuito) y práctico.
- Solicita siempre formatos digitales de tus libros favoritos. Ello ayudará a multiplicar esta opción y mejorará la oferta de las editoriales.
- A menos que sea un libro fundamental para tu vida, compra un libro, léelo y luego préstalo, con una condición: que después de ser leído sea también prestado con la misma condición. Así el libro viajará indefinidamente de mano en mano.
- Refranes como: “quien presta un libro es un tonto, pero es más tonto quien lo devuelve” o “quien presta un libro pierde un amigo” son arcaicos, ridículos y nocivos en el mundo actual.
Un libro vale por lo que contiene, no por su apariencia o su formato.