Feliz cumpleaños a mi
El día de mi querido cumpleaños la cosa tuvo sus puntos positivos y sus puntos negativos. Entre los puntos positivos tenemos como prioridad en el que después de un maravilloso ibuprofeno fui mejorando durante el día como para animarme a salir a cenar a un restaurante que me encanta, el restaurante Armila cerquita de Como que se come de maravilla y no se paga tantísimo aunque es un restaurante, es decir, 20 euros no van a ser por cabeza.
Antes de eso fue mi primer regalo de cumpleaños, un UNICUERNO!!! o comúnmente llamado unicornio en castellano. Y no cualquier unicuerno, no, el unicuerno que yo quería, el que sale en la película Gru, mi villano favorito. Sí sí, el de “QUÉ BLANDITOOOOO“. Una maravilla de Unicornio que tiene un botón en el que se dice esa frase y algunas otras más de la niña de la peli, Agnes. Meeee encanta pero le destrocé el regalo a Mr. Paulson porque soy una Sherlock Holmes total.
El Unicuerno
Hace una semana vi la caja recién llegada de Amazon y según la traía en sus manos Mr.Paulson averigüé dos cosas al instante:
1. No pesaba por la forma en la que la sujetaba sin esfuerzos así que deduje inmediatamente que debía ser un peluche.
2. Venía de Amazon, así que deduje inmediatamente que era algo que teníamos que haber buscado alguna vez juntos en la web.
Blanco y en botella, así que le dije: “Me vas a regalar el Unicuernoooo!!!!!”. A lo que él intentó hacer evasivas que de nada le sirvieron porque yo ya sabía que era el preciado unicuerno. Es decir, que le destrocé la sorpresa antes de haber abierto la caja.
Pero estoy super contenta con mi Unicuerno amigos.
El Unicuerno
Y ahora empezamos con los puntos negativos de la jornada. En primer lugar no paró de llover. Sí, como era de prever en Milán, ese día llovió sin cesar un segundo. Así con pelos de león estuve todo el día a pesar de haberme arreglado muy bien mi pelito antes de ir a cenar. De nada sirvió porque en Milán lloviendo es difícil no parecer la mujer de la jungla.
En segundo lugar y tras terminar una deliciosa cena con otros dos amigos íbamos a volver a casa cuando Mr. Paulson hizo una maniobra que al parecer no se podía hacer con el coche en una minicalle-de-un-pueblo-perdido-en-el-monte-y-sin-apenas-población y de pronto ahí estaban esperándonos los temidos Carabinieri italianos. De malas formas porque son unos maleducados de tres cuartos, nos pusieron una multaza de 80 euros, haciendo surgir una ira importante en todos los ocupantes que íbamos dentro del coche.
Malditos! Pero eso no era lo peor, lo peor era que donde nos pararon, justo donde nos pararon se encontraba una señorita que daba placer sexual a cambio de dinero, dícese prostituta, a la cual no dijeron ni “mu” a pesar de que en Italia está multado ejercer dicha profesión en la calle. ¿Entonces? ¿Qué pasa? ¿Que para unas cosas sí somos muy legales y ponemos las multas según dicta la ley y para otras dejémoslo pasar? Qué poca vergüenza! Hacerme esto en mi cumpleaños!
Se nos acabaron los ánimos en ese mismo momento y nos fuimos todos a nuestras respectivas casas con un cabreo contra las fuerzas de seguridad del estado importante.
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