Ayer cumplí años. Ya me queda más cerca el cumpleaños 40 que el 30, lo cual me parece extraño.
Fue un cumpleaños diferente, sobre todo porque pasé el día trabajando, contenta de estar trabajando. En cada actividad laboral, en cuanto dejó de tratarse de jugar, dejó de gustarme "trabajar"; pero viví una revolución los últimos días y ahora es diferente. Eso es materia para otra entrada...
No hubo pastel de cumpleaños. Me compré helado de galleta. El mejor del mundo, que es, increíblemente, el de la marca propia de Aurrerá. Cené quesadillas fritas de enfrente de mi casa: dos, para no quedarme con ganas de más luego de compartir un poco con B.
Estábamos justo terminando la cena, cuando llamó mi hermana para que me felicitara mi sobrina. Amé hablar con ellas por videollamada y que las niñas se vieran.
Todo tranquilo. El papá de B la llevó a pasear para darme un rato de calma. Me di gusto comprando un organizador. Vi una película en la noche. Todo bien. Y me gusta eso: tranquilo, con gustos, bien.
Espero que así siga.
Silvia Parque