Ya me he reído hasta dolerme la barriga;
Ya he nadado hasta conseguir perder el aliento;
Ya he llorado hasta quedarme dormida y
despertarme con el rostro diferente.
Ya le he hecho cosquillas a mi hermana,
sólo para que dejase de llorar y verla volver a sonreír;
Hasta me he quemado con una vela por jugar con ella.
He hecho globos enormes con el chicle
y hasta he competido con mis amigas,
a ver quién hacía el más grande y
conseguía aguantarlo sin que se explotara.
He jugado a hablar con el espejo y
a contestarme como otra persona
totalmente opuesta a mi misma:
He sido una princesa, he sido un astronauta,
una bailarina y hasta un ridículo payaso.
Nunca me atreví a hacer bromas telefónicas,
pero si he tocado los telefonillos de los pisos
volviendo locos a sus dueños preguntando
quién era o apretando el botón para abrir la puerta.
Rellené globos con agua y los lancé
se expandía hacia todas todas las direcciones.
por dañarme así la garganta.
que vino a pasar una temporada en casa de sus tíos,
Jamás conté lo que sentía, pero debía ser tan evidente
que mi madre y mi vecina, se tenían un divertimento
que yo sin embargo, me hacían sentir enfado y aún más tonta.
Canté y bailé mientras lloraba la última canción de
Fórmula V, que ponía en mi tocadiscos.
Actué, en verano, en pequeñas obras teatrales
en las que siempre, tuve mucho éxito y el clamor del público;
Al igual que hacíamos escala en hifi, donde disfrutaba
mucho imitando a los cantantes, sus poses, sus bailes;
¡Ay! ¡Qué lindos recuerdos! ¡Qué bien me lo pasé!
Comencé a descubrir el enamoramiento con chicos
de mi edad o aproximados; pero era más bien platónicos
que algo realmente real, tanto por mi como por ellos.
Tuve con los años aprender a vivir viendo enfermar
a mi madre, año tras año; durante seis años, seis duros años,
seis horribles años,... en los que mi mejor amiga también enfermó
gravemente de lo mismo que mi madre y que yo cuidaba en el cole.
Nunca le dije que mi madre estaba enferma, ni su gravedad.
Aprendí a sobrellevar el dolor de las dos, mientras sentía como
me iba haciendo más grande, pero seguía teniendo la misma
altura que todas las compañeras de mi clase.
Con el tiempo, intenté olvidarlas,
pero descubrí que esas personas
son las más difíciles de olvidar y
que permanecen introducidas en ti
hasta el final de tus días.
Conocí el amor de verdad y fueron los
años más placenteros de toda mi vida.
Jamás fui tan feliz, después del calvario
que había pasado. La ternura, las caricias,
el amor de verdad, la felicidad plena
llegaron por fin a mi vida, llenándola de luces
de colores, de música, de olores, de pasión,
del mejor y superior de los disfrutes que posee el
cuerpo humano hasta el mayor de los éxtasis
Conocí a otro amor con el que estuve tiempo,
conocí lo que era vivir en pareja, compartir
los instantes, disfrutar de los momentos mágicos,
hacerte sentir la reina del mundo, ser el centro y
lo más importante para otro ser humano, sentir
que eras adorada, querida, pero no amada.
En medio de esta unión conocí a la muerte.
Estuvo demasiado cerca de mi, sin percatarme
de ello por mi gravedad y por mi estado de letargo.
Salí de esa pesadilla que me tenía atrapada
con media pierna de menos, pero viva.
Luché, peleé, me esforcé, cada día un poco más.
Fue tanto lo que batallé que sigo batallando para
seguir construyendo una vida digna y con vigor.
En medio de toda esta contienda, estaba mi pareja
que se enfrentaba al estado en que me había quedado
con orgullo, con soberbia, con altivez, sin dignidad y
con vileza y crueldad hacia donde emanaba ese mal que
lo angustiaba, le quitaba su libertad, lo atormentaba,... yo.
Observé cómo se iba alejando poco a poco de mi,
como cada vez estaba más sola y abandonada,
que su actitud era de desprecio y de mal talante;
y todo ello, fue empeorando más y más, hasta
convertirse mi vida en una verdadera pesadilla
de la que me hubiera gustado desaparecer en aquel
Pero aprendí a quererme un poco, sólo un poco.
Lo suficiente para decidir que nuestras vidas serían
mejores estando separadas y así lo ha sido.
A pesar de precisar ayuda por mi discapacidad,
me siento libre, más valiente que nunca, he renacido y
aunque mi cuerpo y mis circunstancias personales son
muy complicadas, complejas, delicadas, agotadoras,
con mucho dolor físico y emocional y con una calidad
de vida muy mejorable; ha dado una "vuelta a la tortilla" asombrosa.
Ya sentí miedo de todo lo oscuro que he vivido,
ya temblé y tiemblo de nervios por mi desequilibrio;
Ya casi morí de amor y de desamor, pero renací
nuevamente, para ver la sonrisa especial de
aquella niña que jugaba mirándose al espejo a ser otra persona.
"¿Quién controla tu vida?"
"¿Lo que está fuera de ti o lo que está dentro?"
Mi vida la controlo yo y por consiguiente, lo que está dentro de mí.
Yo soy la que posee la Luz que va a iluminar mi proyecto de vida.
La voy a iluminar tal cual reaccione, es decir, tal cual sienta, tal cual piense y tal cual actúe.
Y en mi final, vuelve a repetirse la misma pregunta de siempre:
Esta pregunta resuena en mi cabeza
porque me he aprendido muy bien la teoría,
pero me pregunto si seré capaz de llevarla
yo sola a la práctica y de qué forma.
¿Podré seguir siendo la niña que sembraba sonrisas?
¿Será ésto, una buena experiencia para mi nuevo Curriculum?
¡Tal vez, a algunos no sepan aún hacer acopio de sus sueños!
¡Es posible que descarten sus sueños!
¡Yo, preciso de mis sueños!