Pelusa: ente hogareño que forma parte de la propia familia hasta el punto de que, si no se va a tiempo, sientes la necesidad de registrarlo y escolarizarlo.
Alarido: sonido gutural emitido por la garganta cuando el coche se estropea y piensas en la próxima factura (es un decir) del taller.
Turrón de chocolate: capricho que te prohíbes comprar hasta entrada la época navideña y que, de manera incomprensible, acabas adquiriendo nada más verlo en el supermercado.
Somnolencia profunda: estado que afecta a los bebés (al menos hasta la madrugada), y a los mayores de 40 años. Se agudiza al pretender visionar una película desde el sofá.
Vecina parlanchina: mujer mayor que prácticamente vive en la calle. Da igual tu hora de salida o entrada; allí está esperándote irremisiblemente.
Caja atascada: la que tú elijas del centro comercial. Todas las demás circularán fluidamente, cuando no estarán vacías. A no ser que te cambies, claro…
Tostador: catapulta de tostadas a traición. Para que salgan, sólo has de darte la vuelta un momento, así hayas esperado un minuto o treinta.
Neceser: maletín pequeño que ves todos los días del año, menos cuando te dispones a preparar el equipaje.
Juguetito: Eso que deseas a pesar de la edad, porque todas tus amiguitas ya lo tienen y tu marido se resiste a regalarte.
Progresivas: gafas para mayores que consiguen que muevas la cabeza arriba y abajo, más veces que en todos los años anteriores de tu vida. Elemento gimnástico para el cuello.
Mini-medias: prendas de vestir las piernas con distinto tono de bronceado: siempre una resultará más oscura que la otra, si exceptuamos el día del estreno.
(Continuará…)